Me quedé petrificada. ¡El parque con cisnes!
¿Alguien lo conoce? ¿¡Dónde está?!
Me quedé petrificada. ¡El parque con cisnes!
¿Alguien lo conoce? ¿¡Dónde está?!
Anoche salí por París con un desconocido, uno que sin venir a cuento me espetó: el amor son dos soledades que se protegen. Yo me quedé anonadada, pero él enseguida dejó claro que aquellas palabras no eran suyas, sino de Rilke. Así empezó todo. Luego, durante tres horas, estuvimos debatiendo ciertas ideas que a lo mejor entre desconocidos son más fáciles de exponer sin demasiadas interrupciones. Entre amigos es más normal saltar a las yugulares a la primera de cambio, desapareciendo así cualquier atisbo de cortesía.
Hablamos del sentimiento de culpa, del arrepentimiento, de los instintos y del raciocinio. Él resultó ser completamente amoral, yo todo lo contrario. Nos hicimos amichis, además de ponernos tibios en Chez Prune a base de embutidos y frascas de vino tinto, ¡que ni siquiera me gusta! Nos despedimos a las 2 de la mañana en el Boulevard Voltaire con un efusivo abrazo. Una gran noche.
Justo hace una semana estaba en un antrazo berlinés. Mi amigo y yo nos acoplamos a la celebración de un bodorrio marica. La gratuidad de los gintonics no conoció las fronteras y aquello se convirtió en un todos con todos, harto diver.
compartir soledades debe ser bonito
¿Quedar como una señora?
Yo no soy una señora
Soy solo una niña
Que se quedará sola
Me acuerdo a menudo del personaje de Jean-Pierre Bacri en Como una imagen (Agnes Jaoui, 2004). Interpreta a un novelista de éxito en plena sequía creativa. Su joven segunda - o tercera - esposa le deja, por pesao, y él se pone muy contento porque está convencido de que un abandono es justo lo que necesita para que la inspiración vuelva a su ser… pero no vuelve, y se queda muerto al descubrir que, no solo le toca pasarlo mal, sino que de todo este dolor no va a sacar ni para un microrrelato.
Confieso que estos cinco años de penurias varias (me retiro, by the way) lo único que me han inspirado ha sido este poemilla que abre el post de hoy. ¡Viva!
La cuestion ahora es: ¿Madrid o Barcelona?
Escribir algo genial no es ni siquiera un challenge: es una obligación. Y yo, que desayuno paté la piara tapa negra cada día de mi vida (ojalá), pues eso que tengo ganado. Fui a Barcelona, volví de Barcelona. Estaba hace un rato tratando de poner cierto orden en la sección de Narrativa – aquí le decimos Fiction – y ha venido una chica y se ha tirado un pedo. Pues muy bien, claro que sí, un pedo de toda la vida. Entonces he dejado de hacer lo que estaba haciendo y me he dirigido al mostrador a la vez que gritaba: ¡no puedo trabajar si la gente se tira pedos a mi vera! La chica ha tardado muy poquito en salir por patas, suerte cari. Los pedos, en la calle. Fui a Barcelona y desayuné bocadillos de fuet cada mañana. Volví de Barcelona. Me han hecho unas tarjetas en plan “Lucía Barahona, editora”, y amenazan con regalarme una blackberry para poder leer los emails en tiempo real. Yo por mi parte me compré un secador, aunque esta mañana, huelga decir, le he usurpado el suyo a la griega que toca el piano. Lucía es una librera sexi de costumbres fijas. Bueno, hay una costumbre que llevo queriendo aniquilar por los siglos, pero ahí está la tía, permanece inmutable. O eso es lo que ella (la costumbre) se piensa, en realidad poquito a poco voy ganándole la batalla y ella (la costumbre) parece que no se está dando mucha cuenta. De soslayo le voy comiendo terreno y me niego a pensar que ella (la costumbre) sí es consciente de todo esto y se está haciendo la loca para de repente un día, cuando menos me lo espere, ¡zas!, meterme un golazo como los que marca el Madrid, de toda la vida. ¿Puedo negarme a esto? ¿Es posible negarse a la evidencia? Yo quiero ser un pony. Pues mira, no puedes; pero eso no quita para que una vez escribiera un cuentito espectacular, MI PASADO COMO JACA. Ahí va:
Yo nunca fui una jaca normal, pues desde muy temprana edad me vi obligada a trabajar como jaca de carreras para sacar a mi familia de la crisis monetaria que sufrimos cuando apenas contaba siete añitos. Pero aquí no comienza mi historia, de hecho comienza el día después de mi nacimiento. Acababan de traerme a casa tras un parto corriente, cuando ocurrió lo inevitable: mis padres no se habían imaginado que yo pudiera nacer jaca, así que mi cuarto no estaba adaptado a esta situación. La cama no era de paja sino que era un pequeño moisés blanco con adornos florales. No habían tenido suficiente con eso sino que encima de la supuesta dormidera había una especie de todo-terreno circular que daba vueltas y sonaba sin parar haciéndome vomitar cada vez que mi sistema auditivo detectaba un “Do”. Por lo demás, mi cuarto era normal. Lo que más me gustaba era el medidor de jacas que había en la pared. Me encantaba medirme y ver mis progresos día a día hasta que una tarde, sin previo aviso, jugábamos mis amigos humanos y yo a medirnos cuando de pronto uno de ellos advirtió que yo era una jaca. Todos se asustaron primero para pasar después a mofarse descaradamente de su amigo peludo. Esta falta de apoyo me lastimó profundamente, pero decidí seguir adelante gracias a la ayuda de mi familia.
En mi propio mercadillo
(obviamente no soy yo)
Primicia:
La griega que toca el piano me hizo hacer una lista con las características concretas, tanto externas como internas, de mi chica ideal. El resultado, dear readers, me ha dejado perpleja: mi chica ideal - aunque tenga el pelo rojo en vez de rubio - es Ro. Por supuesto inmediatamente la llamé y le confesé mi amor recién descubierto y le encantó la noticia, a pesar de estar casada y embarazadísima de su marido. ¡Hola Carlos!¡Alegrías estivales!
De camino pararon en una librería de segunda mano y, bajo el providencial consejo de Brujulilla, Pacotilla se comprό Estupor y temblores (Amelie Nothomb) en frenchute. Nunca está de más presumir de las amigas y confirmaros, oh audiencia exquisita, que Pacotilla, si bien solidaria hipocrita, ha aprobado el nivel 1 de francés en la EOI sin apenas dificultades.
Pacotilla, cuyo prόximo viaje no sera con Brujulilla sino con otra, la Mujer Desconocida que se llama Rocío pero que no es Ro. A Cuba se van, a quedarse preñadas de algún mulato y no regresar nunca más. Este es el plan de Pacoti, siempre tan intercultural.Una vez el asunto del autobús estuvo claro, Brujulilla puso rumbo al sur de Bruselas: Little Africa. A Pacotilla tantos hombres oscuros y guapísimos la tenían cautivada. Comieron un sandwich reseco en una plaza muy molona que les recordό a Madrid. Madrid te anmo! Después caminaron hasta el Museo del Cόmic, donde Brujulilla adquiriό Tintín y las joyas de la Castafiore y una postal de Eddie Merckx. Las nubes de evolución por fin hicieron acto de presencia tras tantos días de bochorno sin igual y se puso a llover justo cuando tomaban un heladinchi en el Jardín Botánico.
Volvieron al hotel – aún no era hora de cenar – y, mientras Brujulilla se daba un baño y leía la infumable Rebeliόn de los fumadores, Pacotilla se echό la siesta porque, siempre precavida, sabía que esa noche no iba a poder dormir las horas suficientes puesto que debían levantarse a las cuatro de la mañana.Cenaron un menu japonésido que estuvo horrendo y cruzaron por última vez el Risky Sex de vuelta al hotel. Fue un día simple y la vida real las esperaba en pocas horas.
Brujulilla casi pierde el Eurostar pero nunca he perdido nada en mi vida, listos. Le tocό sentarse junto a una señora que consideraba razonable ponerse a jugar a alguna gilipollez con el Iphone a las cinco de la mañana. Con las mismas huyό al vagόn-cafetería y desayunó porridge y contemplό el paisaje por la ventana hasta que unos niñatos irrumpieron en el vagόn super emocionados por ir a Londres y volviό a su asiento, asesinό con su mirada de Superlibrera Sexi a la mujer del Iphone y comenzό a escribir Las breves aventuras de Brujulilla y Pacotilla en Bruselas.A saber qué hizo Pacotilla. El avión seguro que no lo perdiό porque llegό al aeropuerto con tres horas de antelaciόn. Precavidilla.