jueves, 31 de enero de 2008

¡Qué tontos eran los Lemmings!

Cada cual que haga lo que le de la gana, por supuesto, pero no puedo evitar sentir un profundo orgullo hacia mí misma cuando pienso en cómo jamás podría gastarme mi sueldo (mayor o menor) en comprarme más y más ropa de esa que tanto lucen los escaparates de cualquier tienda de moda que se precie: Zara, Blanco, Cortinglés, Esphera... Todas contribuyen a forjar la imagen de un tipo de mujer dinámica, empresaria, activa, segura de sí misma, sexy... pero clonada.
El martes, a la hora comer, tuve que refugiarme en un sucio Telepi al haberme sentido incapaz de entrar en cualquiera de los múltiples bares o restaurantes (la oferta gastronómica es apabullantemente variada). Todos estaban hasta la bandera de chicos y chicas de mi edad aproximadamente, ellas con los modelitos de los escaparates que tanta grima me dan y ellos también igualitos tipo Lemmings con sus trajes Masssssssssimo Dutix y sus zapatitos relucientes. Yo no encajo ahí. Al día siguiente tuve que ponerme las Converse de palo que tan buen rollo me dan.
Si ya sabían que yo no soy así, ¿por qué se empeñan en contratarme? ¿Acaso se piensan que sólo soy una pijita rebelde a la que le está costando "volver" al buen camino, pero que acabré cediendo? ¿Cómo tengo que decir que lo único que me gusta es leer, escribir, y lo que a mí me apetezca?
Sí, está bien, de algún modo puedo ser una pija de corazón (aunque en mi cole - el San Patricio, también conocido como Sampapijo - jamás fui una pija, siendo mis propios padres los primeros en no educarme en la ropa de marca absurda y en el mirar por encima del hombro). Pero, me guste o no, lo cierto es que de algún modo he mamado ese mundo; y a día de hoy sigo haciendo comentarios tipo "como se nota que estos berberechos están comprados en el Carrefur y no el Cortinglés".
Si yo tuviera mucho dinero, o si lo termino consiguiendo a base de currillos que me interesan un pedo (o triunfando como escritora publicada), tengo muy claro que no me gastaría ni un sólo céntimo en frivolidades. Jamás podría pertenecer al inmenso grupo (aunque sólo conformen un ínfimo porcentaje de la población mundial) de pardillos que, con o sin dinero, sucumben a los engaños de quienes deciden gastar una fortuna en tratar de engañar a quien no puede permitírselo (o sí) para que compre algo que en realidad no necesita.

martes, 29 de enero de 2008

Oficinas, árboles y un billete de 500.

Mi nueva actividad diaria no deseada pero remunerada se desarrolla en un bello paraje que combina con gran glamour las zonas verdes por doquier y los edificios 100% acristalados y fashion. Oficinas y árboles.
Su aspecto pseudo pueblito idílico de cartón-piedra con pisos de no más de cuatro alturas, hermosos bulevares comerciales levemente transitados y una falta absoluta de ruido, humo, gentío... hacen de mi nueva ubicación laboral un buen lugar. Algunos lo llaman calidad de vida. Es hora de concretar que esto de "buen lugar" necesariamente implica que gozas cual pollo trabajando en el emocionante mundillo de las empresas, las oficnas y los despachos. Lo mismo da trabajar para Loreal que para PryceWhiteCooperHouseSuputa.
Desde nuestra flamante oficina podemos disfrutar y extasiarnos antes las ¿impresionantes? vistas de Madrid capital en toda su esplendorosa y grisácea totalidad, con las nuevas torres a lo Downtown estadounidense a un lado y la sierra al fondo. Propongo un bello inciso para documentar que la sierra está plenamente exenta de nieve... ¡viva!
Mi primera gran misión como asistente personal y gobernanta de la ofi ha sido la adquisición del material de oficina necesario. La escena ha sido la siguiente: el magnate ha sacado de su cartera, como quien no quiere la cosa, un billete de 500 euros (servidora desconocía que eran morados), ha llamado al chófer para que me recogiera en la puerta y juntos (el chófer y yo) hemos recorrido las bucólicas calles rebosantes de pequeños comercios necesarios y árboles bien plantados en busca de una papelería al por menor. Es impresionante como a lo bueno uno se acostumbra con una facilidad pasmosa, pues, tras rechazarme los papeleros el billetito violeta, el chófer y yo hemos empezado a refunfuñar (mientras dábamos vueltas en el Mercedes impoluto tratando de localizar un alma caritativa que nos cambiara el papelón) sobre cómo estaba el patio, y menudo fastidio que le pusieran tantas pegas a un billete tan normal (yo, con ese y 39 más reúno mi sueldo anual, ya veis que tontería).
Así son las cosas. En mi vida privada llevo casi dos semanas subsistiendo a base de quemar la Visa crédito y hasta me he visto obligada a personarme en una sucursal de mi banco para poder retirar en efectivo los 4,71 euros que me quedaban en la cuenta para pagarme el trayecto a la oficina (¡cuánto añoro mi bici!) mientras que en mi vida "pública" voy por ahí en un Mercedes conducido por un chófer y con los bolsillos repletos de billetes de 50 para luego volverme loca compra que te compra bolis y cuadernos y grapadoras y paridas varias. La verdad es que me he sentido como la actriz protagonista de la nueva campaña "Vuelta al cole" del Carlin.

viernes, 25 de enero de 2008

Primera toma de contacto o a ver qué tal

Penúltimo día en la Fnac. Bye bye cretinos. He decidido crear un blog que terapéuticamente me ayude a reírme de mi día a día. Dejo a un lado los libros entendidos como producto vendible y poco más para introducir mi cuerpazo en el mundo de las altas finanzas. Nunca habrá suficientes secretarias, aunque ahora se llamen Asistentes Personales. Chupi.