viernes, 23 de diciembre de 2011

Cartas a Ro


Querida Ro,


Mi casa tiene cuatro plantas y un jacuzzi roto. Acaba de irse mi flatmate inglés a Winchester, a casa de su madre por Navidad. Estoy sola en estos cuatro pisos. Tengo un cuaderno nuevo, a rayas.


Al despertarme esta mañana he decidido que mi pelo despeinado me favorece sin medida. Llevo la parte de arriba de un pijama a cuadros y mallas rotas. Calcetines navideños del Primark.


Hay un café cerca de mi casa, Tina, we salute you, donde se ruega a los padres que se abstengan de traer a sus hijos si estos son de los que dan la lata.


Ro, has sido madre. Se llama Olivia. Al parecer el símbolo de Vigo es un olivo. ¿Tú sabías eso? Anoche me pinté una uña de azul celeste, sólo una. La estoy observando ahora.


2011 se acaba y yo estoy desquiciada. Busco atención constante, dicen. No queremos ser indulgentes contigo, dicen. ¿Cómo voy a enfadarme?, preguntan. Ojalá tantas cosas.


El desconocido parisino me dijo también que él se prometió a sí mismo no suicidarse hasta que su madre muriera. El día 25 no hay transporte público. Fíjate: las dos caras del radicalismo.


No sé qué hacer. ¿Me voy? ¿Cuándo? ¿A dónde? Pero, heeeeeeeeeey, el "por qué" sí lo tengo.


Debería comprarme una maleta nueva. No debería nada. Querer o no querer. Deber es el infierno. Se acaba la hoja de este cuaderno nuevo; en internet estas cosas se notan menos. Yo creo que han sido los dos cafés, que siento que se me va a salir el corazón por la boca por eso.


Siempre vuestra,


Lu



Londres, a 23 de diciembre de 2011.

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