jueves, 26 de febrero de 2009

Hola, me llamo Lucía y soy adicta al Facebook

No sé si me consuela o si me pone peor saber que siempre he sido una persona más bien obsesiva. Que me gusta una canción: la machaco. Que se me mete una idea entre ceja y ceja: de ahí no me mueve nadie.

Hace ya bastante que tengo claro lo que quiero de la vida: estar tranquila; justo lo contrario a mí. Tengo una capacidad infinita para ponerme histérica y bloquearme mentalmente. Por eso me gusta tanto el personaje de Juliet en Lost, con su voz calmada. Una amiga ha creado un grupo y todo, en Facebook, y yo me hice "fan" en un pispás.






Lucía se ha hecho fan de Juliet y su voz calmada. 11:07



Para quien no sepa lo que es Facebook, te lo resumo en seis palabras: una mierda pinchada en un palo. Y, como muchas otras mierdas, engancha. La era virtual esta en la que vivimos es abrumadora. Messenger, Youtube, Skype, Twitter, Blog, Fotolog, MySpace, Hi5 y el rey de la selva cibernética: Faceshite. Ayer leí que el cahavalín americano de 23 años que lo creó es el joven menor de 30 más rico del cementerio. ¡Bien por ti! ¿Quién no ha soñado alguna vez con inventar la fregona o el manual definitivo para dejar de fumar? ¡Chicos! ¡Tranquilidad! que aún nos queda el crecepelo y el teletransporte. Venga, inventemos algo que se pueda tocar con algo más que un "doble click".

Que sí, que mola un montón reencontrarte con amigos del colegio que no ves desde hace diez años; o ver fotos y saber qué es de la gente que está lejos de ti; incluso "hacerse fan" de grupos geniales tipo "ET vestido de gitana", "meter el pie entre coche y andén" o "yo también tengo que deletrear mi apellido cada vez"...

... ¡Pero qué estoy diciendo! ¡¿Me he vuelto loca o qué?! ¿Qué coño es eso de hacerse fan de gilipolleces? ¿Para qué voy a hacerme fan de Doctor en Alaska y que todos mis "amigos" del faceshite lo vean? ¡¿Qué tipo de tipo de broma es esta?!

A esto me refiero. No estoy en contra de cualquiera de estas herramientas sociales que Facebook te ayuda a comunicarte y compartir con las personas que conoces. Lo que no me gusta es ser incapaz de no chequear mi puta cuenta al menos yo que sé cuántas veces al día, ni sentir que espío las paridas que a los demás se les ocurre "compartir", ni sorprenderme, sí otra vez, "actualizando mi estado": Lucía necesita dormir. Para contarle al mundo entero que tengo sueño.

Está bien. Lo acepto. Me acepto.





E.T. vestido de gitana... si es que la gente es súper divertida, se les ocurre cada cosa.


viernes, 20 de febrero de 2009

La vida

Quien me haya visto alguna vez en persona coincidirá conmigo: mis capacidades comunicativas son puramente escritas, jamás orales. Hablo muy rápido y muy bajito, vocalizo poco, soy laísta, españolizo expresiones o palabras británicas y queda raro, me pongo roja sin venir a cuento, no estoy cómoda a no ser que la confianza sea 100%, y ni siquiera siempre... Por eso espero no ganar un Oscar en mi vida. ¿Qué me pondría? ¿Cómo me maquillaría? Ni de lejos me preocuparían semejantes pormenores. Lo que me causa ansiedad desde ya (sólo imaginándomelo) es el discurso de agradecimiento. Creo que lo mejor sería ponerme un cuervo a modo de diadema y enfundar mi cuerpazo en un vestido rompedor repleto de transparencias. Así se fijarían menos en cómo la ganadora del Oscar al Mejor Guión Original (o Adaptado, pues lo mismo valgo para un roto que para un descosido) subió al escenario y sólo atinó a decir "Thank you" antes de que su cara explotara cual tomate y le entraran las siete asfixias. Desmayo asegurado. Bloqueo mental brutal. Hablar en público = prefiero la amputación.

Pero no quería hablar sobre esto. Buscaba introducir el tema que a continuación expongo: como soy un desastre para la comunicación oral (y corporal), de siempre la única manera de organizar mis pensamientos ha sido ponerlos por escrito. Incluso estudiaba escribiendo, y los exámenes orales eran lo peor que me podía pasar. Menos mal que mi empollonismo intrínseco hizo saltar la alarma entre el profesorado las dos veces que suspendí en mi escolaridad (la primera evaluación de Biología en 3º de BUP y cuando dimos Genética en 1º). No dudaron en hacer la vista gorda y angustiarse por la falta de bienestar emocional que sin duda era el motivo de tan malas notas. Jamás sospecharon que no estudié porque nunca comprendí los malditos guisantitos y sus múltiples combinaciones y la Biología me aburría como ninguna otra cosa antes me aburrió

¡He vuelto a irme por los cerros de Úbeda! Como iba diciendo, escribir es terapéutico para mi persona. No siempre entiendo todo mucho mejor después de haberlo escrito, pero sí me siento más calmada. Reconozco que en parte se debe a que, como ya he dicho en alguna ocasión, me hago mucha gracia, y cuando escribo más. Ya puedo estar llorando a moco tendido y escribiendo entre babas que alguna sonrisilla espontánea y natural se me escapa seguro al advertir qué buen juego de palabras he puesto o lo fantástico que es tal o cual adjetivo. En ocasiones molaría tener una abuela (tengo dos ¿eh?) que me dijera las cosas que esa expresión tan española afirma que dicen en lugar de echarme flores yo misma.

Anda que estoy buena. Puede que ya ni sepa expresarme por escrito, no hago más que irme por las ramas. Aquí viene la chicha: CRISIS DE LU.

Y como prefiero escribir a hablar (menos mal que mi flatmate griega no lee el blog, porque la verdad es que lleva oyéndome las penas desde hace un mes la pobre. ¡Es tan maja!), como poseo este blog, como mis fans se multiplican... Me quejaré ahora por aquí. Tomaré un té.

Tengo salud, así que me quejo sin motivo de vida o muerte. Pero es que... pero es que... ¡Pero es que! No sé si soy yo, o Londres, o la falta de Vida Social, o, o, o, o. Ayer hasta dije en la bookshop que no estoy disfrutando y que me piro a Edimburgo con la prontitud. A recargar pilas.

Es que me parece absurdo no, lo siguiente, que en lugar de estar a lo que tengo que estar = trabajando, me dedique a tener conversaciones a cinco bandas vía facebook con gente que ni siquiera vive en el mismo país en el que yo me hallo. Es divertido, no lo niego, y retomar el contacto con cierta gente me está encantando (yayo, ya sabes quién eres, portabultos-sesei), pero... pero... ¡Pero! que triste ¿no? Vivir en la virtualidad en lugar de en la realidad. Y mira que yo siempre he vivido en mi cabeza bastante bien, pero estar enganchada a Internet no me parece sano. ¡Yo! ¡Que dejé de fumar cuando me lo propuse! ¡Vencida por un felpudo!

Los días que no trabajo ya ni siquiera salgo a dar vueltas con la bici. Tengo el espíritu aventurero hecho un cisco. Me dedico a hacer el capullo en internet y mi lectura de Emma no podría ir más lenta.

Pero luego, un día como hoy, por motivos de la vida cruzas chino-chano el puente de Waterloo y no puedes más que contemplar extasiada las vistas. A la derecha el río, el London Eye (la noria), el Big Ben y el Parlamento iluminados; a la izquierda más río, el paseo con los árboles llenos de ucelitas de navidad, la City con sus edificios magníficos y sí, también iluminados, la Catedral... Y te sorprendes a ti misma pensando: ¡Que vivo en Londres tío! ¡Qué guay!

Una amiga me dijo hace poco: ¿Acaso no es el alcohol el único remedio?

Me pareció un consejo de lo más óptimo. Lo he seguido a rajatabla desde entonces. ¡Cuidadín! No os penséis que me dedico a agarrarme trozal tras trozal. Simplemente mi flatmate griega y yo hemos comenzado una ruta de pubs harto satisfactoria. Sin embargo, pensando el otro día cual era mi pub favorito, ¿qué me encuentro? Fui incapaz de elegir ninguno aquí, en London. Me gustan varios, o muchos, pero no tengo el favoritismo a flor de piel y sufro por ello. Yo soy mujer de ideas firmes, y me gusta tener mis costumbres para todo. La verdad es que me preocupa cada cosa...

Estas son mis quejas. Venga, animadme. Decidme lo guapa que soy y lo extremadamente inteligente. Merci.

domingo, 15 de febrero de 2009

Reflexiones mirandianas un sábado por la mañana en el puesto de libros

Miranda, estáte a lo que tienes que estar.

Estaba en la gloria. El sol brillaba a intervalos y la comida sabía rica. A su alrededor los demás trataban de engancharla en alguna conversación. Banal lo más seguro. Como si lo viera. Sois majos, pensaba ella, pero que os den. Dejádme vivir.

El hombre que pinta acuarelas de la ciudad se acercó de pronto. A cambio de una pequeña comisión vendemos sus obras maestras. ¿Has vendido algún cuadro? No. ¿Por qué no? ¿Cómo que por qué no? ¿No le pones interés? Hay gente que no te conoce y aún así te mira fijamente a los ojos. Es desconcertante. No, no le pongo mucho interés. Me gustas más bien poco. Aléjate.

Llega la turista de turno:

- ¿Compráis libros?
- Sí
- ¿Y cuánto pagáis?
- Depende
- ¿De qué?
- De muchos factores

Hay diálogos que se repiten taaaanto. Pues depende de la condición del libro, del número de copias que ya tenemos o que no queremos, del precio del libro online, de si me caes bien o no, de si tenemos dinero en la caja...

- ¿Y más o menos?
- Más menos que más

Miranda es una borde. Miranda es majísima. Miranda no se llama Miranda, pero eso ya lo sabíais.


Desde fuera todo se ve más pequeño. Cuando me tiña el pelo de blanco me iré fuera: así parecerá más pequeño. Sé que no me va a gustar. Mis flatmates me piden que no lo haga. Saben que me quejaré sin parar. Que se aguanten. Estoy muy emocionada. Si ahora vuelvo a echarme para atrás dentro de tres meses estaré en las mismas. Me tiño y punto. Me apura un poco bastante que mi nueva imagen capilar requiera la aplicación de maquillaje a mansalva en lo que viene a ser mi lindo rostro. Jamás sucedió algo parecido. Bueno, de joven, cuando iba a Pachá Tarde y hasta era "relaciones", hacía que me pintaba. Solía ser una sombra de ojos tirando a morada. En lugar de echármela en los párpados lo hacía debajo del ojo. Es cierto. No tenía mucho sentido. Mi capacidad para el glamour verdadero nunca dejará de sorprenderme.

viernes, 13 de febrero de 2009

Descontrolando



¡Mi vida es un descontrol! Pero no malpenséis: ni de sexo, ni de drojas, ni de rock n' roll. Es un descontrol porque no estoy en control. Es divertido. Es un infierno. Una de mis flatmates griegas dice que como soy artista pues claro que mi manera de enfrentarme a la vida es tan intensa. A ver, por partes.

- La palabra "artista" me produce una urticaria que pa qué. Que alguien te lo llame... pase. Llamártelo tú misma no tiene nombre.

- Mi manera de enfrentarme a la vida no es una manera en sí, es como la de todo el mundo: un día a día que una lleva lo mejor que puede. Con más o menos aspavientos. Con más o menos dinero. Alguien dijo:


"Es peor un rico triste que un pobre triste, pues el pobre aún puede tener la esperanza de que con más dinero todo sería mejor. El rico ya sabe que no es así"


¿Que por qué mi vida es un descontrol? Sobre todo emocional, pero no voy a entrar en detalles. Sí diré que se refleja en mi actitud: enganchada al Faceshite, sin leer, escribiendo poco y mal, bebiendo too much... No es tan terrible, pero de alguna manera en lugar de aceptarme como tal y gozar esta extraña etapa que la vida me brinda, me lo tomo todo a la tremenda. Porque, vamos a ver, ¿para qué quiero tener control? ¿De qué?

Ha estado mi Madre de visita fugaz unos días y resulta que es una control-freak de cuidado. Ya sé a quién he salido pues. No la culpo ¿eh? que ya soy mayorcita.


Eso sí, una cosa no quita la otra y hoy ha sido un buen día. Me he levantado casi a las diez, y me he quedado en la cama... lo que viene a ser cero coma. He llegado veinte minutos tarde al trabajo y lo primero que he hecho ha sido desayunar un buen brownie. Luego he trabajado bien y mucho al son de mi nuevo descubrimiento musical: Amy McDonald. He puesto el CD cuatro veces seguidas, hasta que Polaca II (la única que queda) lo ha escondido. He sufrido en voz alta y no me he puesto a patalear de milagro.

A eso de las cinco de la tarde han ido llegando a la bookshop distintos flatmates of mine, junto con amigos y amantes. Quite spontaneous, mind you. Obviamente nos hemos ido al pub a celebrar que era jueves y, sin embargo, nevaba.

Me encanta que nieve. Gocé la gran nevada de la semana pasada cual pollo goza con su pepitoria. Desde tempranas horas mis compis y yo estuvimos jugando a guerras de bolas de nieve en el jardín de casa. Hicimos una muñeca de nieve embarazada - Lillian McGregor - y un Churchill de nieve. Hasta me dediqué a lanzar bolas a los patos del canal que hay cerca de mi hogar. Las chicas que iban conmigo (o yo con ellas) decían: "Tía, ¡que son patos!" Me recordaban a aquella frase genial que en uno de mis guiones - Resaca para más señas - el personaje de Inés le espeta al de Ro:

ROCÍO
¡Ro! Soy yo, Inés. ¡Te regalé un tutú!


Es absurdo. ¡Que son patos! ¡Te regalé un tutú!




Lillian
McGregor


Churchill

lunes, 9 de febrero de 2009

Miranda

Érase que se era. La gente en los autobuses masca chicle con la boca abierta y hacen pompas. Otros dan codazos. Miranda no estaba muy contenta, pero no porque no pudiera convertirse en tranchette - que sí podía - sino porque la vida le llevaba por caminos raros que no le congratulaban tanto como unos buenos boquerones en vinagre. Decía "sí, sí, la escritura automática mola un montón", pero luego se acordaba de algo y a otra cosa, mariposa.

Se levantaba, tosía y, si acaso, desayunaba pan con paté. Las vistas desde su celda eran cero bonitas. Se arrepentía, a veces sí y a veces no, de haber nadado desnuda en el césped del Bernabeu. Lo cierto es que le daba bastante igual. Total, si era rubia.

De siempre, a la pregunta "¿Y tú de mayor qué quieres ser?", había respondido: un huracán, o quizás verde. Más tarde, en un tris de entrar en la treintena, no estaba muy segura de demasiadas cosas. "Si tengo un bebé todo será distinto". "Si bebemos ahora todo saldrá bien". "Si me mancho las manos le echaré la culpa al tipo que ronca"... Estaba confundida.

domingo, 1 de febrero de 2009

Cine Cine Cine







Chiara
Mastroianni










Las Chicas Guapas y Majas del cine hoy me han dejado ver A Christmas Tale (Un conte de Noël, Arnaud Desplechin), peli coral franchuta con un reparto repleto de buenas actrices más que agradables a la vista encabezadas por Catherine Deneuve y, sobre todo, por su hija, Chiara Mastroianni. Guapa no, lo siguiente. Aunque el personaje que sin duda se zampa al resto es - obviando a la Deneuve - el de la novia del hijo mediano (Emmanuelle Devos).




Soy un petardo haciendo críticas de cualquier cosa, así que me limitaré a recomendar esta película a todos aquellos que gocen con historias de casi tres horas, ritmo rápido y culebrones familiares a tutiplén. Reconozco que larga sí se me ha hecho, un peu, pero cuando ha terminado me he puesto triste: ¡quiero saber más! Porque es la historia de una familia de gente atractiva, fumadora y con coeficientes intelectuales superiores a la media. Vamos, franceses y elegantes. Se reunen todos por Navidad después de cinco años de bandos fraternales irreconciliables porque la madre (Deneuve) descubre que morirá pronto. Típico. En ocasiones soy típica... y me gusta.

Al salir del cine nevaba que era una maravilla y, cual mujer aguerrida que me gusta pensar que soy, me he enfundado el casco dispuesta a desafiar a lomos de mi bici este clima y esta ciudad que parecen en mi contra. A mitad de camino, en las inmediaciones de una conocidísima y moderna a más no poder calle del este londinense, me he parado en seco. Parecía una muñequita de nieve. ¿Por qué morir de hipotermia cuando puedes evitarlo? Y directa a por un hot chocolate que me he ido.

Mi crisis personal sigue viento en popa, pero parece que el Dueño por fin ha decidido escuchar nuestras numerosas plegarias y ha contratado a un chico nuevo. Empieza mañana mismo, lo que significa que me quedo sin día libre porque tengo que enseñarle el oficio. Al menos a partir de ahora - esperemos que el chico sea despierto y motivado - daremos más abasto con las cosas. Y es que el mercadillo de ayer sábado me lo chupé yo solita. El frío fue tan cruel que ni la paella, potajes y brownies gratuitos con los que me atosigaban los compis de los puestos adyacentes merecieron la pena.

Querido Blog, te contaré mi vida.