lunes, 31 de diciembre de 2012

¡2013 te queremos!

Hace un año pasaba mi última navidad (¿por ahora?) en Londres.

Hace un año intenté, por vez número mil, una cosa; y tampoco salió, aunque salió luego, un poco.

Hace un año me comí un pavo gigante rodeada de griegas y rumanas y alguna que otra sevillana y zaragozana. Y un hindú.

Hace un año terminé de leer LANARK deprisa y corriendo para tomarme las uvas con unas francesas y luego emborracharme a más no poder en una fiesta donde me impedían ser Dj.

Hace un año sentía un nudo implacable en la garganta, nudo que a día de hoy permanece impertérrito, sobre todo cada vez que cojo el metro.

Dicen, o a lo mejor lo digo yo, que se necesita un año para olvidar Londres. Me quedan cuatro meses para eso, pero a día de hoy las más diversas estampas londinenses me asaltan unas diez veces al día, todos los días, desde hace ocho meses. Me agotan.

Pero Berlín también me gusta bastante.

Los nominados a Mejor Libro (leído en) 2012 son:


1. The White Hotel (D.M.Thomas)

2. The Passion (Jeanette Winterson)

3. Fisher's Hornpipe (Todd McEwen)

4. Alison Bechdel, todo.

5. Stefan Themerson, todo.

sábado, 15 de diciembre de 2012

I love aeropuertos

Que te retrasen , otra vez, tu vuelo cuatro horitas (mu ricas), tiene también cosas buenas. Como canjear el voucher de comidas y brebajes - disculpen las molestias - en un menú whopper del burriquín del aeropuerto; como tener MÁS tiempo para pensar en cosas; pero sobre todo, y esta cosa sí que mola, para descubrir que Milán significa Mi Tierra. A lo mejor esto ya lo sabíais todos, pero yo me enteré ayer por la mañana mientras esperaba a que la nieve dejara de entorpecer el tráfico aéreo. ¡Bendita nieve! ¡Nieve te queremos! Me encanta la nieve, y no me he resbalado ni una sola vez en este viaje.

Como decía, esperaba yo zampando carbohidratos malignos y pensando, cuando me percaté de que todo el mundo a mi alrededor hablaba italiano. Sospechosa, me cercioraba cada tres minutos aproximadamente de que no lo había mirado mal y el vuelo a Barcelona sí seguía retrasado. El único otro vuelo retrasado era a Mailand, y bastante poco acertadamente esclarecí que debía tratarse de alguna ciudad alemana desconocida para mí. Pero tanto italiano a mi alrededor me inquietaba. ¿Volaban todos a Barcelona? Obviamente a Mailand no. Aún así, de vez en cuando escuchaba español y catalán, tranquilizándome. La información perpetua sobre mi vuelo retrasado en las pantallas contribuía también a mi tranquilidad aeroportuaria.

De pronto, a las tres horas de tan bucólica situación, el altavoz dijo algo, en alemán, y todos los italianos vecinos míos, compadres ya, se levantaron muy deprisa, murmurando y refunfuñando, impidiendo así que escuchara la traducción en inglés de lo que el altavoz acababa de decir en alemán. Solo un rato después, cuando el altavoz llamó por última vez, en alemán primero y en inglés después, a los pasajeros con destino a Mailand (en alemán), Milan (en inglés), yo, que justo en ese momento me encontraba en el baño, comprendí por fin el por qué de todos aquellos italianos tan exasperados como yo. Y luego ya pensé más sobre lo de que Milán es My Land. ¿Por qué en inglés lo llamaron Milan sin más? Y, sobre todo, ¿por qué en español no se dice Mi Tierra? ¿Acaso todo el mundo comparte mi odio exacerbado hacia Gloria Estefan?

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Apuntes de última hora: resulta que no significa Mi Tierra, sino Tierra del Medio, por eso de estar entre los Alpes y los Apeninos. Bah.