miércoles, 6 de febrero de 2008

Sobre la servidumbre voluntaria

Ya me había dado cuenta de que uno de los grandes motivos por los que la FNAC prefiere renovar plantilla cada tres meses es por la gran ventaja que supone disponer cada vez de "vírgenes" que, por lo general, darán lo máximo en su nuevo trabajo. Y es que suele ocurrir que cuando aún no estás hecho a un curro te entran agobios (mayores o menores) acerca de si lo estarás haciendo bien, si deberías hacer esto o lo otro, así o asá... hasta que le pillas el tranquillo al asunto y te relajas, y dejas de agobiarte por si lo estarás haciendo mal o no. Por eso quieren gente nueva, porque en cuanto dejas de sentir este agobio ya no les interesas. Sólo les interesan aquellos que vivan en un estado de agobio permanente, que preguntan, que se desviven (que, aunque lo tengan controlado, les agobie el si sus superiores están contentos o no con ellos). Este tipo de lugares en los que la inseguridad personal prima sobre la seguridad, la estupidez sobre la normalidad, hay que evitarlos a toda costa.

En otros trabajos, al contrario, necesitan que seas una persona rápida, que pilles todo a la primera y que preguntes lo menos posible.

En ambos casos, a mi entender, estás siendo utilizado. Unos se aprovechan de tu no-saber-muy-bien-qué-hacer para endosarte hasta tareas que son suyas y no tuyas; los otros te llenan de obligaciones para las que ellos no tienen tiempo.

Hay buenos trabajos, no lo pongo en duda. Hay sitios en los que prima el factor humano bueno, positivo. Con esta humanidad las cosas cambian, todo parece como más de andar por casa y nos sentimos más cómodos, menos o incluso nada utilizados.

El tema de la servidumbre maligna me preocupa, no lo llevo nada bien (qué le vamos a hacer). Por eso, al leer esta mañana el blog de Rafael Reig en http://www.publico.es/ (que me recomendó un amigo, ¡gracias Pitu!) me he puesto muy contenta. Habla de lo tontos que nos hemos vuelto al haber consentido, sin que nadie nos haya obligado, en convertirnos en esclavos de un teléfono móvil. Y habla de la preocupación similar que Étienne de la Boétie tuvo allá por 1548 y que condensó harto estupendo en su escrito Sobre la servidumbre voluntaria o Contra Uno:

" los pueblos deben atribuirse a sí mismos la culpa si sufren el dominio de un opresor, pues cesando de prestar sus propios auxilios al que los tiraniza recobrarían fácilmente su libertad...","Resolveos a no ser esclavos y seréis libres...", "...naciendo los hombres bajo el yugo, crecen y desarrollan en él, no miran más adelante y se complacen en vivir como han nacido, sin pensar en otro derecho ni otra felicidad que la que han encontrado", "... el primer impulso de la servidumbre voluntaria es un efecto del hábito que contrae la niñez...", "Del modo que Mitríades se acostumbró paulatinamente a beber el veneno, nos familiarizamos en tragar sin encontrar amargo el veneno de la esclavitud. No se puede negar que depende en gran parte de la naturaleza el nacer en un país libre o esclavo; más es preciso confesar que tiene menos poder sobre nosotros que la costumbre..."

Étienne tenía 18 años cuando redacto esto. Espero haber provocado en alguien unas ganas irrefrenables de correr a la wikipedia y leer el escrito entero.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Siendo una persona filósofica y "fuerte". Siempre he creído que toda persona llega a un momento de "crecimiento"...me refiero a la adolescencia cuando uno se pregunta el porqué de su ahora entre millones de otras preguntas. Me molesta y emfurece la gran "mayoría de gente"(eso sería la generalización de culturas y poblaciones)cuando, al parecer caen a servidumbre voluntaria.
Siendo una persona sensible creo que se tiene que tener en cuenta que hay personas "débiles"...(por causas de personalidad, carácter, circumstancias??!!)Y quizás no se dan ni cuenta de su servidumbre automática.
Paz!
Oh!Y Revolution!
Ah!Y Education!
Much love
Gilliland P.
xx

Anónimo dijo...

Tras leer tu entrada me vino a la mente algo de Pushkin...que ahí te dejo. besos =)

"Poco estimo esos derechos tan cacareados que para otros encierran el señuelo de las altas cumbres, ni me apura que los dioses no me hayan concedido pelearme por una renta o torcer las guerras de los reyes, ni me preocupa que la prensa sea libre para engañar a los simples o que el censor estorbe las fantasías en curso de un tunante de la pluma. Todo eso son palabras, palabras, palabras. Mi espíritu lucha por otra Libertad más profunda, por otros derechos mejores.
Si hay que servir al pueblo o al Estado, es cuestión que al poeta no le importa. No rendir cuentas a nadie; ser vasallo y señor de sí mismo y sólo a mí mismo complacer; no doblegar ni la testuz, ni el proyecto interior, ni la conciencia, a cambio de lo que parece poder y no es sino librea de lacayo; seguir tranquilo la propia senda, admirando las bellezas divinas de la Naturaleza, y sentir cómo el alma se derrite al calor del designio inspirado del hombre, ¡ésa es la bendición, ésos son los derechos!."