lunes, 9 de febrero de 2009

Miranda

Érase que se era. La gente en los autobuses masca chicle con la boca abierta y hacen pompas. Otros dan codazos. Miranda no estaba muy contenta, pero no porque no pudiera convertirse en tranchette - que sí podía - sino porque la vida le llevaba por caminos raros que no le congratulaban tanto como unos buenos boquerones en vinagre. Decía "sí, sí, la escritura automática mola un montón", pero luego se acordaba de algo y a otra cosa, mariposa.

Se levantaba, tosía y, si acaso, desayunaba pan con paté. Las vistas desde su celda eran cero bonitas. Se arrepentía, a veces sí y a veces no, de haber nadado desnuda en el césped del Bernabeu. Lo cierto es que le daba bastante igual. Total, si era rubia.

De siempre, a la pregunta "¿Y tú de mayor qué quieres ser?", había respondido: un huracán, o quizás verde. Más tarde, en un tris de entrar en la treintena, no estaba muy segura de demasiadas cosas. "Si tengo un bebé todo será distinto". "Si bebemos ahora todo saldrá bien". "Si me mancho las manos le echaré la culpa al tipo que ronca"... Estaba confundida.

3 comentarios:

Edu dijo...

Muy despierto el texto, dinamico.
Un Saludo Literario.

La Abutrí de Getafe dijo...

Precisa y concisa...Un texto bién escrito,si señora...

La chica automática dijo...

Mil gracias compis. Hasta otra. Lu.