jueves, 18 de diciembre de 2008

Regular Customers

¿Qué sería de los trabajos de cara al público sin los regular customers, esa buena gente que poquito a poco va formando parte de tu universo currantil?

Podría aburriros con los distintos regular customers con los que he tropezado a lo largo de mi excitante vida de currillos por aquí y currillos por allá. No lo haré. Me limitaré a esbozar un bella lista de los clientes habituales de ese lugar al que voy para hacer cosas a cambio de un sueldo semi digno y al cual amo sin contemplaciones.

Podría decirse que hay dos categorías:

Clientes Habituales

Patrick

Hombre, 30 años apróx, británico. Tarado perdido. Viste siempre impecable: trajes cortados con harto gusto, zapatos relucientes, gabardinas exquisitas, maletines que ya quisiera para mí. Con unas gafas de pasta negras que le hacen parecer un mono, por algún motivo extraño. Habla muy bajito y es ultra tímido. Viaja un montón, dice que porque su empresa – de qué no lo sabemos – le manda, pero suponemos que va de psiquiátrico en psiquiátrico. A la vuelta siempre descarga sus fotos en el ordenador que tenemos para uso de los clientes, e invariablemente son imágenes de las alas de un avión y de los edificios feos que se ven desde su “hotel”. Más majo. Hace poco nos quiso regalar unas fotos especiales de las que se sentía muy orgulloso. Había ido a Singapur y en las cuatro instantáneas salía él con los ojos desorbitados, sonrisa maléfica y sujetando un rifle. Pidió que las colgáramos en la pared donde ponemos las postales bonitas que de vez en cuando aparecen entre los libros. No se tomó bien que nadie estuviera a favor de las armas. Suele comprar libros chungos sobre terrorismo y violencia.

Colette

Mujer, 60 años apróx, francesa. Cotorra simpatiquísima. Lleva más de 30 años viviendo en Londres, muy cerca de la librería – creemos que sola - y le encanta estar rodeada de gente. Dice trabajar para un abogado que es un perfecto gentleman. Cada vez que tenemos el puesto de libros montado aparece con comidita. El malvado espíritu navideño ha provocado que cambie las galletas de chocolate por los intragables mince pies (hojaldres terribles rellenos de carne y mermelada). ¡Maldición! Habla por los codos, casi siempre sobre la exhibición que ha ido a ver ese día o la película que piensa ver esa noche. Afirma que mi nuevo aspecto andrógino es bastante sexy.

Polaca Bella

Se llama Alicia – en polaco Alsa o algo así – tiene unos 35 años y estudia Psicología. Siempre quiere hablar con alguna de las dos Polacas, y este detalle me rompe el corazón. Aún así cada vez me habla más, y el otro día hasta me pidió que le ayudara a encontrar libros sobre un tipo concreto de yoga: bajada de puntos total.

Wee–Wee Man

Wee-Wee es el equivalente inglés de Pipí. Vamos, una manera linda de decir que el tío huele a pis y a caca. No sé cómo se llama, tiene unos 35 también y trabaja en la universidad que hay al lado de la bookshop. Cada semana viene entre dos y cuatro veces, saquea las secciones de Science-Fiction y British History e impregna la tienda entera de un olor pestífero que nos obliga a ventilar una buena media hora. Y en invierno eso es la muerte y la devastación. Es muy majete, pero no compensa.

Trabajadores de establecimientos cercanos

Las chicas del cine, las de la peluquería de al lado – que no hacen más que pedir libros sobre gitanos – la chica de la óptica a la que guardamos todo VHS infantil que entra para sus hijos, la manager del restaurante que nos da cafeses y hot chocolates gratis…


Vendedores Habituales

Sin parar viene gente con maletas o bolsas más o menos grandes dispuesta a canjear libros ya no queridos por dinero en metálico o por otros libros. Así subsistimos, junto con las varias bibliotecas de muertos recientes que recogemos semanalmente. Pero las siguientes personas que a continuación cito son una fuente de entrada de libros importante, y aún diría más: imprescindibes.

Waterstones Man

Es muy probable que no debiera contar esto, pero what the hell! Se llama Keith y cada viernes nos trae un cargamento de libros nuevitos. Libros que están de moda en estos momentos en las mega librerías. Lleva gafas empañadas y es un ser muy misterioso. No sabemos de dónde saca tantos ejemplares cada semana, o no queremos saber. Los trae envueltos (¿o debería decir escondidos?) en bolsas de Waterstones (la Fnac de aquí) dadas la vuelta. Las distintas teorías de cada uno de nosotros oscilan entre ladrón de guante blanco y conductor de camiones que llevan la distribución logística de Waterstones. Está claro que de alguna manera tiene acceso permanente a multitud de títulos recién salidos del horno. Nos viene genial, que queréis que os diga, las cosas como son.

Peter

El inglés borracho. Según el Dueño antes tenía una pequeña librería de textos académicos – sobre todo Filosofía, Historia, Política, Psicología y Lingüística – pero tuvo que cerrar porque era incapaz de competir con las grandes superficies imperialistas e hijas de puta. Desde entonces nos va trayendo su almacén a poquitos. Debía de tener un almacén del tamaño de Groenlandia. Sabemos que es borracho por su cara rojísima y sobre todo por su aliento quema-cejas.

Hussein

El árabe con gorro de lana y carrito lleno de libros que saca de vete tú a saber dónde (charity shops, la calle, tiendas de otros, su casa…). Al Dueño le hace gracia y nunca le manda a paseo, sino que le da propinillas. Rara vez colocamos sus libros en otro lugar que no sea el “Books for Free” que hay a la entrada de la tienda.

Kevin

Es un veinteañero londinense que no huele muy bien pero que siempre nos trae unos libros de arte estupendos. Dice que trabaja para distintos museos llevando las tiendas de souvenirs, y que por eso cuando van a tirar los libros que nadie ha comprado él se los queda antes. Yeah, right…


Todo esto tenía que contaros.

4 comentarios:

Jorge dijo...

Te voy a copiar de forma alevosa y por traición la entrada para hacer mi propia versión de "Los clientes habituales fua fua fua". ¿Y por qué siempre hay el cliente wee-wee? Nosotros tenemos a una señora así... y sí hay que ventilar la tienda, rociarnos de napalm... es la novatada para el que entra a trabajar nuevo, atenderla. Siempre, cuando entra ella, misteriosamente me aparece una de trabajo en el almacén...

Anónimo dijo...

Si tu viera que elegir me quedo con Colette, anda que no soy lista, voy a por las cookies y los alagos; y lo siento por lo de la Polaca Bella, es un duro golpe lo del yoga, puede que te repongas, no lo sé, depende de como estés de animos.
Vaya, lo del Ingles Borracho me ha recordado a una clienta que antaño tuve, cuando trabajé en una tienda de alimentación gourmet pija, rodeada de fois, champagne y famosos gastando. Venía TODOS los sábado y los domingos A LA MISMA HORA una mujer, como de 40 años, atractiva a rabiar, sofisticada, como de anuncio. Paseaba distraída por la tienda y se acercaba a mí a preguntarme chorradas, era una quema-cejas, apestaba a "güiski" (caro, seguro) y tonteaba con mi compañero y conmigo sin cortarse un pelo, puedo imaginar lo que pasaba por su cabeza. Es un tópico pero es real. No me caía mal, siempre pensé que no solo bebía los fines de semana y me gustaba su mirada perdida. Cosas de la vida y la experiencia, tiempo más tare me la encontré yendo de camino a otro trabajo que conseguí, bajándose de un gran coche y (eran las 8:00 de la mañana)dándose un tangnazo de algo que llevaba en una petaca. Parecía feliz. No me vio pasar a su lado. Los cierto es que era una clienta especial.
Por cierto ¿no tienen en Londres clientes de estos que soló preguntan si hay baño y si pueden usarlo?
jajaja a mi me hacían mucha gracia ¡siempre intenando disimular!

Un beso para ti y otro para Colette.

@JFernandezLayos dijo...

Una fauna de lo más interesante. Sólo queda combinar las piezas y ¡alehop!, montarte una historia tipo Clerks, Smoke, o algo más tipo Lucía, que quedará más resultón.

Unknown dijo...

Oye Cuarentaytresbotas, no sé de qué vas porque ese era my comment...

Bueno pues sí, de esto a una cosita que hagas con un costurón aquí y otro allá... Y me parece que a ti los dobladillos te iban a salir más que dignos para que no se noten na´los cempames y las cremalleras.

Me se ocurre difícilmente un mejor escenario para contar Las Cosas De La Vida, ya sabes, ese tema. Pero también cabe ahí Cualquier Cosa Quledeaun@lagana, ese sería mi propuesta de tema nº2.

Salud (libros) y alegría

ARM/Álvaro