lunes, 1 de diciembre de 2008

Ghostbusters!

El viernes me pasó una cosa bastante bella. Se llama Secret Cinema.

Un chaval, Tom, nos contactó el jueves para que please, please, please le prestáramos 2000 libros, por la jeta. En cuanto explicó el motivo nos pareció estupendo y accedimos encantados: necesitaba recrear la biblioteca que sale al principio de Cazafantasmas. ¿Que por qué? Pues porque Tom forma parte del Secret Cinema, un grupo de gente que, como bien explican en su página web www.secretcinema.org, se dedican a ofrecer nuevas maneras de ir al cine.

El secretismo radica en que hasta el último momento nadie sabe qué película va a ver ni dónde. Sólo las doscientas primeras personas que entran en la web y pinchan en no se qué link reciben un correo un par de horas antes del comienzo del show especificando el lugar al que deben acudir y los cachivaches/disfraces necesarios aunque no obligatorios que dan más juego.

En cuanto se personó Tom el viernes en la bookshop dispuesto a sobrecargar su fragoneta con libros, no dudé en pedirle una entrada. Cual relaciones públicas poderoso de Pachá enseguida me "metió" en su lista. Chupi.

A pesar de la soledad de mí misma, como una campeona me presenté en el Royal Horticultural Hall, muy cerquita de Westminster, dispuesta a dar lo máximo.

La cola era inmensa, pero una llamada a tiempo a Tom me situó en el buen camino. El chico estaba muy ocupado, pobre, así que me presentó a sus amigos - todos diseñadores de muebles - y tan contenta.

La sala, enorme, estaba dividida en Cine y Recreación. El Cine era un cine sin más: pantalla y sillas. La Recreación era total: la biblioteca, la nevera que abre Sigurni Weaver, el sofá, la oficina, el laboratorio, el despacho del alcalde... La película entera estaba recreada y por todas partes los actores representaban las distintas escenas de modo que tú estabas en el salón de la chica cuando una fuerza oculta catapulta su sofá hacia la cocina. El chavalín que hacía de Rick Moranis estuvo impresionante, correteando de arriba a abajo, en la calle y en la sala, huyendo de un oso que sólo él veía.

El público no defraudó y los disfraces ochenteros fueron hartos. Mi compi Lituano me había conseguido un mono de pintor blanco y un casco de obra amarillo, pero se suponía que ni yo ni nadie podíamos saber hasta el último minuto que la película en cuestión sería Ghostbusters, así que me quedé con mi atuendo de librera (el mismo que uso cuando soy viajera, camarera, recepcionista, lectora, escritora, muchacha ociosa: vaqueros y camiseta. Hete aquí mi elegancia campe-chana).

El paripé teatral duró una buena hora de palomitas gratis hasta que por fin empezó la peli. Creí que el cielo se nos venía encima cuando en la escena del hombre nube gigante estallamos todos en una carcajada conjunta a la par que exlosiva. Qué buena cosa. Si es que no cuesta nada tenernos entretenidos.

Terminé la noche bailando hasta altas horas con recién conocidos en un buen lugar de Shoreditch. ¡Bienvenida de nuevo a Londres Lu!

1 comentario:

Jorge dijo...

Plan que pinta la mar de bien... peli ochentera pura ("Cazafantasmas", "El chico de oro" y "Los goonies" puramente generacionales). Y la idea de un "Horror picture..." con cualquier película. ¿Por qué no hacerlo de "El séptimo sello" o "Solaris"? Tendría mérito sacarle unas risas a eso...