domingo, 14 de junio de 2009

Cómo odiar a alguien en tres actos

1. INT. LIBRERÍA – DÍA

Suena Aimee Mann.

La LIBRERA (27), teñida de platino, botas de cowgirl, bellísima, camina por los distintos pasillos con una pila de libros que va colocando en las secciones pertinentes. Una CHICA (20), hindú, viste chándal, se acerca al mostrador y espera. La LIBRERA deja lo que está haciendo y llega hasta ella.


LIBRERA
Buenas tardes

CHICA
¿Compráis libros?

LIBRERA
Posiblemente. ¿Qué traes?

CHICA
Libros académicos. Economía sobre todo, y algún Shakespeare

LIBRERA
(aceptando el montón)
No pagamos mucho


La LIBRERA chequea con harta gracia los códigos de barra en internet. Muy profesional.


LIBRERA
Como máximo te podría dar dieciséis libras

CHICA
¿Cada uno?

LIBRERA
(incapaz de aguantarse una risilla)
No, por todos

CHICA
Pero es muy poco. Están todos nuevos, y
cada uno me costó al menos veinte libras

LIBRERA
(de carrerilla, es un discurso que se sabe de memoria)
Ya, verás, como mucho venderemos cada
uno a mitad del precio original. Por eso no ofrecemos
más que el ocho o nueve por ciento de eso

CHICA
¡Pero es que es muy poco!

LIBRERA
(sigue recitando)
Ten en cuenta que de lo que vendemos hay que
pagar los sueldos, el alquiler, las facturas…

CHICA
¡Es una miseria!

LIBRERA
Lo siento. Véndelos en otro lado,
o tú misma por internet

CHICA
Bueno, acepto


La LIBRERA entrega a la CHICA el dinero y le pide que firme un recibo.


LIBRERA
Gracias


La CHICA no contesta y se marcha con una cara hasta el suelo. La LIBRERA se sienta a poner precio a los libros. Luego los deja en un carrito repleto de libros esperando a ser colocados por otra librera, FRANCESA (23).


2. INT. LIBRERÍA – DÍA

Suena Michael Nyman.

Han pasado tres horas y la LIBRERA ha comprado millones de libros nuevos a la gente espontánea que viene a venderlos. Ni ella da abasto a poner precios ni la FRANCESA a colocarlos. La CHICA se presenta de nuevo en la librería.


CHICA
Vengo a por mis libros. Me he dado
cuenta de que los necesito

LIBRERA
(cara de “te mato”)
Vale, pero ya están en las estanterías.
Búscalos y luego hablamos

CHICA
¿No vas a ayudarme?

LIBRERA
La verdad es que estoy muy ocupada.
Además no fui yo quién los colocó
y la otra chica ya se ha marchado

CHICA
¿Pero te acuerdas de cuáles eran?

LIBRERA
(flipando)
Economía, y los sonetos de Shakespeare


La CHICA se va a buscarlos y vuelve a los cinco minutos.


CHICA
No encuentro ninguno. ¿Te acuerdas de los títulos?

LIBRERA
(pensando “que me sujeten”)
Pues no. Dos eran blancos y los sonetos, verdes

CHICA
¿Pero no guardas una lista con sus títulos?

LIBRERA
(pensando “¿Hola?” y haciendo un gesto a su alrededor)
No, mira la cantidad de libros que
hemos comprado hoy. Si me pongo a
hacer listas me dan las mil

CHICA
Creo que en mi casa tengo una lista, ahora vuelvo


3. INT. LIBRERÍA – DÍA

Suena Martirio.

Ha pasado media hora. La CHICA vuelve con una servilleta llena de garabatos que muestra triunfante a la LIBRERA.


CHICA
¿Me ayudas ahora?


La LIBRERA se levanta resignada y en menos de dos minutos encuentra todos los libros menos dos.


LIBRERA
(señalando la lista)
No encuentro estos dos

CHICA
Pues qué bien, ¿y ahora qué hago?

LIBRERA
No sé qué decirte, los habrá comprado alguien

CHICA
Es que los necesito


La LIBRERA guarda silencio.


CHICA
¿Me cojo otros dos entonces?


La LIBRERA se descojona.


CHICA
Es que eran mis libros

LIBRERA
Eran



Le faltó patalear a la muchacha. ¿Qué le pasa a la gente? ¿Por qué no piensan?

3 comentarios:

Sita dijo...

Por que pensar duele y es un ejercicio que requiere entrenamiento. (me gusta tu blog, tus cartas, ese aire de culillo inquieto y que trabajes en una librería...)

Anónimo dijo...

Yo la hubiera o hubiese matado en el primer acto por supuesto. Santa Paciencia la tuya.
La mayoría de la gente, sobre todo clientes, en horario laboral es insufrible. La gente aprovecha la coyuntura para meterse en tu dinámica sin ningún objetivo concreto. Desespera.
LA gente no piensa, estorba.

Besinis
Sarandon/ Babette.

Alfredo Tarancón dijo...

Grande. La vida del librero esta repleta de anecdotas asi, cuando las sufres son un horror, pero con la distancia son la salsa del trabajo.

En la libreria en la que trabajaba teniamos una libreta de Corto Maltes, un Diario de Abordo, donde escribiamos todas las anecdotas dignas de ser recordadas. Siempre te pegas unas buenas risas!

Por cierto, muy bueno el blog, muy divertido.