lunes, 29 de junio de 2009

Woody y Ro


Woody Allen es mucho Woody Allen. En su libro de historietas cortas Getting Even explica cómo tuvo que guardar cama un mes después de que se le cayera una cucharilla en el dedo gordo del pie. Aprovechó tal acontecimiento para ponerse al día con todos los filósofos que siempre había deseado leer y, lejos de aburrirse (como se había temido) encontró todos aquellos pensamientos y morales harto gratificantes, en especial el celebérrimo axioma cartesiano "Pienso, luego existo", que según Mr. Allen bien podría sustituirse por el no menos profundo "Hey, ahí va Edna con su saxofón". ¡No puedo con Woody!

Leerle me inspira, y en estos momentos de ansiedad vital me congratula más que nunca. Pensando-pensando resulta que yo también he sido capaz de recopilar una nada desdeñosa serie de aforismos propios a lo largo de estos 27 años y pico de éxito como ser humano:

- Lo peor de morir en un avión es que mueres con los oídos taponados.

- ¿Por qué comer choped cuando puedes evitarlo?

- ¡Sal a pasear! ¡Desgasta tus suelas! Ana Blanco no cambiará de flequillo hagas lo que hagas.

- Si juntas un ajo, un albatros y un trozo de madera carcomida inevitablemente olvidarás la tabla del siete.


Resulta más que obvio que, salvo el primero, los otros tres aforismos me los acabo de sacar de la manga y no hay por dónde cogerlos. Tengo la casa repleta de italianos y alemanes atiborrándose de peccorino y eso, quieras que no, afecta al más sereno.

Voy a Madrid con la prontitud, a manifestarme orgullosamente cual madrileña y lesbiana. Siempre que voy temo que no querré regresar a Londres, a pesar del amor desaforado que poco a poco voy sintiendo hacia esta ciudad inhabitable. Me muevo poco fuera de los confines de mi barrio, el Este, y así logro sentirme mejor. Estamos gozando de un tiempo maravilloso, y tengo el plan veraniego de pasarme el estío enterito en el Ladies Bathing Pond de Hampstead Heath. Los machos tienen la entrada prohibida, así como los móviles y el alcojol. Reconozco que es un paraíso de mujeres en topless, obviando la típica abueleta en pelota picada que te hace desear un derramamiento espontáneo de ambas retinas. ¡Señoras: un poco de por favor!

A continuación, una nueva Carta a Ro. Me niego CATEGÓRICAMENTE a aceptar los desastrosos resultados que recibió la última. A mí me gustan . ¡Ja! Soy estupenda.


Rocío,

Te confieso que me ha costado horrores empezar esta misiva de hoy: no encontraba ningún lápiz. He tratado de ir a la tienda pero ¿qué papelería abre un lunes a las siete de la tarde? Lo sé, todas. Pero se estaba tan agustito debajo del edredón que la mera idea de sacar un pie fuera me ha hecho replantearme – sí, otra vez – mi deseo recurrente de morir combustionada espontáneamente.

Una cosa no quita la otra, y en cuanto ha sonado el móvil me he levantado disparada de la cama. No he contestado porque soy una mujer de convicciones profundas y lo primero es lo primero. Sí, he acudido directa a la repisa de las obleas. Y después he encontrado un lápiz sin punta en uno de los cajones de la cocina. El móvil ha vuelto a sonar y me he enrollado el edredón en la cabeza a modo de turbante. No te aconsejo que lo pruebes. Es harto incómodo y al final me he dado de bruces contra el suelo. No hay mal que por bien no venga y el destino ha querido que mi cara quedara a la altura misma de un boli rojo que, a juzgar por la capa de polvo edificada sobre él, debía llevar siete años bajo la cómoda. Ya sé que precisamente es ahí donde tú guardas los bolígrafos en tu cuarto, pero en mi caso te aseguro que ha sido pura chiripa. Y yo que juraría que compré hará cosa de medio año una caja y tres cuartos de bolis-bic-naranja-punta-fina… no sé dónde habrán ido a parar. Nota mental: olvidar este enojoso asunto de una vez por todas y empezar tu carta.

Querida Ro,

No me queda papel tras toda esta perorata. Mañana será otro día, cualquiera menos lunes, y tendré derecho a un nuevo folio.

Sinceramente afectada,

Lu




Londres a 10 de mayo de 2009

1 comentario:

nenuca dijo...

Hoy los chinillos me han abierto la ventana al mundo exterior. ¡Hola Lu!
Y nunca olvides, que cada año, uno tras otro, cuando sea el día del orgullo será también mi santo. Eso es así.