Querida Ro:
Hoy, uno que, para guay, él, me ha recordado que hace mucho que no te escribo. El jueves me escribisteis muchos y yo me limité a contestar escuetos "sí, sí" a vuestras preguntas, directas y desesperadas.
Yo sí que tengo miedo, Ro. Esto no quita para que ahora mismo esté en un bareto cerca de mi casa viendo el partido; o que me vaya a perder la segunda parte para volver a casa y sacar a pasear a Currito, el perro carismático, por el parque, oscuro y no demasiado concurrido a estas horas; o para que ayer mismo acudiera a trabajar tras el mostrador de la librería, sola; o que si el horario me lo permite participe en la manifestación del próximo sábado, aunque no comparta del todo el eslogan escogido, para sentirme cerca de mis conciudadanos y de esta ciudad, que no es la mía. Todas estas muestras de solidaridad y cercanía y humanidad son preciosas, si bien la tristeza no pasa desapercibida para nadie.
Es lo que hay, Ro. Nos queda seguir viendo las noticias y continuar conjeturando y, con suerte, centrarnos en lo importante.
Lo importante es amar; se oye de medio risa por ahí, como si no fuera más que un simple chascarrillo. No lo es. Lo importante, Ro, es amar. Yo te amo. ¿Tú me amas? Ella me ama. ¿Nosotros nos amamos? Vosotros me amáis. Ellas se aman. Hacía muchísimo que no jugaba a conjugar. Y que no te escribía.
Con amor imperecedero,
Lu
Barcelona, a 20 de agosto de 2017
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