sábado, 13 de marzo de 2010

Que el Genitivo sea contigo

Estoy en Clase de Ruso y la concentración me está jugando malas pasadas. El aprendizaje de hoy se centra en:

- ¿Qué te gusta?
- Me gusta el pan
- ¿Y el queso?
- No, no me gusta mucho el queso



¡Tiembla Gorky! De aquí a NUNCA te leeré sin traductor.

Mientras transcribo estas ocurrencias mías del pensamiento al papel la Profe sigue hablando y parece ser que acaba de decir algo tremendamente vital:


“The Genitive is a quantitative case”


… What??? No miento si confieso que a veces pienso en inglés, pero en situaciones de complejidad máxima, como ésta, me salta el piloto hispánico y traduzco a la velocidad del rayo: el genitivo es un caso cuantitativo… ¿¿¿Qué??? Entonces ya mi sesera se desentiende del todo y recurre a la chistosidad. ¿Y en francés? Le genitive c’est un cass quantitative. Italiano: il genitivi che un casi qualitativi. Esto de ser polibruta es un cachondeo.


Ayer me corté el pelo gratis, en la Toni & Guy Academy, because I’m worth it. Cada día necesitan unas 30 ó 40 cabezas dispuestas a dejarse poner en manos de estudiantes indecisos. Una ganga. Como bien se me había indicado al apuntarme por teléfono, me personé allí a las 9.30 de la mañana y me uní a la bella cola de féminas con pelos necesitados de cariño barato. El Peluquero Jefe iba una por una preguntándonos que queríamos hacernos y daba su opinión, positiva o negativa, así como sabios consejos. Cuando me llegó el turno noté cómo se le iluminaban los ojos y ahí mismo, delante de todas las demás, me dijo que mi pelo era súper molón y “antes de marcharte por favor deja tus datos que necesito ser tu peluquero”. Todas me odiaban y miraban a la muchacha despeinada, con casco de bici y las manos llenas de grasa – tuve cierta problemática a la hora de encadenar a Patsy – que se llevaba la atención completa, ¡y con ese jersey!
Nos hicieron subir al piso de arriba, donde nos esperaba la convención de peluqueros griegos protagonista de un curso acelerado de tres días. Tampoco miento al contaros que nada más entrar por la puerta dos peluqueros se abalanzaron sobre mí como si yo fuera un pedazo de cabello y no una personita con sentimientos lindos. ¡Se peleaban! El odio de las demás muchachas rozaba las pocas bromas. Apareció Richard, el Peluquero Jefe, como una exhalación y me encasquetó a una peluquera concreta porque “no quiero que tu pelo lo toque cualquiera”. El EGO bien, gracias. Al final ni siquiera la pobre elegida pudo regocijarse too much en el corte, pues Richard observaba con lupa cada uno de sus tijeretazos y no dudaba en quitarla de en medio cada vez que sentía pánico por el acabado final. Estoy encantada con Richard. Y como el Peluquero de Mallorca nos ha dejado los dientes largos para en el último momento decidir que no nos visita en Semana Santa, y como además sé que jamás lee mi blog… ¡Toni I miss you!



Toni (izq) y yo en el Joiners


Mi enfermedad falsa ya terminó, y tengo que reconocer que la semana pasada con esto de no poder ir al pub ni salir de casa me dediqué a ver peliculón tras peliculón:

1. Shortbus = caca de vaca
2. Hackers, piratas informáticos = me esta bien empleado
3. Entrevista con el vampiro = nunca la había visto y no entiendo qué me hizo desviarme de tan recto camino
4. Le llaman Bodhi = lo mejor de la semana, obviando Padres Forzosos y Lost, por supuesto.


También he leído bastante, de Almas Muertas (Gogol) a Cat’s Cradle (Vonnegut) pasando por un librito de historietas románticas con un “twist” editado por Jeanette Winterson: regulero. Y es que dar con un buen cuento no es fácil. ¿Cuántas veces parece que un autor escribió un relato sólo para poder escupir una frase/diálogo genial sobre la que se construye todo un mundo tonto y al final te quedas si acaso con aquel detalle maravilloso y la historia en sí se te olvida con las primeras lentejas?

En este caso la autora, Rebecca Brown, cuenta el lío de una tipa que le dice a su pareja que haría cualquier cosas por ella, incluso dejarse arrancar un brazo. Entonces la pareja le pide que se deje cortar el brazo y la tipa accede. Luego la pareja huye con el brazo y la tipa aprende a vivir sin brazo, sobreponiéndose a todo lo que ahora ya no puede hacer, como ECHAR AZUCAR Y REMOVER EL CAFÉ A LA VEZ. Anda que no está metido con calzador todo el cuento alrededor de esta anécdota, sublime eso sí.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Aqui pasando una velada con Tigo en Madrid!

Anónimo dijo...

He descubierto tu blog hace poco y ya estoy enganchada. En parte ha sido un refresco mental de lo que he ido encontrando últimamente sobre gente que conocí en algún momento de mi pasado... :) Creo que tu evolución es de lejos de las más interesantes. Brindo por ello! Te seguiré leyendo.
Un abrazo

La chica automática dijo...

Quienes soisssss???

Pasamos una velada junt@s en Madrid?

Evolucion? Darwin? Dawkins? Brindemos. Well hello

Anónimo dijo...

Si,si...como tu misma te contestasssssss...y silenciandome...
solo puedo decir que el brindis ;como todas las veladas, a solas.
Por supuesto un brindis a la Dawikins style.

Atentamente,
tu blog Publico

Y la otra: una lesbiana.

Se fuerte. Porque realmente lo eres, Superlibrera!
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Anónimo dijo...

Una avestruz y un dinosaurio. Un zoologico sin piernas ni cabeza. Una selva y un oceano.
Una astronauta desnuda y un calimocho de litro y medio.

Salud!

Pantoja x