viernes, 29 de febrero de 2008

De las gastroenteritis de toda la vida

El miércoles empecé a notar que mi estómago andaba graciosillo, y el jueves la médico corroboró mis sospechas: gastroenteritis. Mucha dieta, mucho Sueroral (¡no al Aquarius como imposición médica!) y mucho papel higiénico.

Ya el jueves, tras pasar una noche espantosa a base de tiriteos, visitas-sorpresa al lavabo y un dolor machacón de cabeza, mandé un SMS a Magny (mi conocida falta de saldo habitual me impidió llamarle) para hacerle partícipe de mis malas nuevas. Muy amablemente Magny me contestó otro SMS: "Ok, mejórate".

La noche del jueves ha sido mucho mejor que la anterior, pero hoy viernes he optado por volver a faltar al curro tras concluir que desviarme la centralita al lavabo habría sido del todo imposible (otra cosa es que hubieran entrado llamadas o no).

He llamado (esta vez sí) a Magny pero me ha saltado el buzón de voz. Le he dejado un mensaje, pero aún así he llamado al Segundo Socio. Conversación real omitiendo nombres reales:

SS: ¿Sí, dígame?

L: Hola Segundo Socio, soy Lucía.

SS: (silencio)

L: Mira, he llamado a Magny y le he tenido que dejar un mensaje en el contestador. Que ayer fui al médico y tengo gastroenteritis, así que hoy también me voy a quedar en casa reposando.

SS: Entonces... ¿no estás en la Oficina?

L: No, Segundo Socio, te acabo de decir que tengo gastroenteritis y no me encuentro muy bien.

SS: (al camarero) Disculpe, no me sirva ya el te que no hay nadie en la Oficina y me tengo que ir para allá. (A mí) Es que no tenía ni idea de que no estuvieras en la Oficina.

L: Ya, Segundo Socio, la verdad es que no puedo ir. El lunes ya vuelvo seguro.

SS: Vale, muy bien. Hasta el lunes.
.........................

¿Por qué da explicaciones al camarero? ¿Por qué pasa de mi gastroenteritis? ¿Por qué trabajo con este ser? ¿Cómo puede haber alguien tan poco sensible a todo lo que no sea él mismo?

¡Chincha rabincha, mi Magnate es mejor que el tuyo!

En el cole (¿quizás sólo en el mío?) se oía entre los niños a menudo la frase "pues mi papá es el dueño del colegio". Por supuesto, mentira cochina, pero al decir aquello te sentías casi intocable. Nada podía superar a un padre que fuera dueño del segundo hogar de tantos.

Pues bien, hoy miércoles he tenido un dèja-vu serio-serio: Magny (a partir de ahora llamaré así al Magnate) me ha pedido que confirmara el bello desayuno que mañana jueves tenía con otro Magnate en el Ritz, nada menos.

(Inciso para dejaros saber a todos que no sólo por fin he terminado El Libro de Buen Amor sino que también he actualizado hasta la última dirección del Tarjetero. La vida es bella)

He llamado a la Secretaria del otro Magnate (mujer, claro) y la buena moza se ha alarmado sobremanera al comprobar en la agenda de su dueño que el ya mencionado desayuno aparecía en la columna del viernes. Gracias a Dios (o a una silla, lo mismo me da) de momento yo no le llevo la agenda a Magny. Y es curioso, porque fui contratada específicamente para eso y para hablar inglés cuando llamaran los de la empresa tecnológica londinense que Magny ha comprado hace poco. Lamento comunicar que lo único que sé de Londres es lo que cuenta el señor Ildígoras, el corresponsal allí de TVE / La Primera, y con respecto a la agenda aún estoy esperando el momentazo en que Magny se quite el pinganillo de la oreja (su agenda está en su móvil Blackberry tope guay) y me ceda el teléfono los cinco segundos que necesito para volcar la agenda en mi ordenador.

Ha sido una situación tensa. He llamado a Magny y me ha exigido inflexibilidad total para ganar la batalla. Pero la otra Secretaria tenía idénticas instrucciones, y lo que es peor: ella quería luchar. Así me he visto obligada a cortar la comunicación antes de que ella me espetara el terrorífico "mi Magnate es mejor que el tuyo".

Al final la cosa ha quedado en tablas y el desayuno se celebrará la semana que viene. Ahora sólo espero no enterarme jamás de la cantidad tan hortera que el Magnate menos poderoso deberá apoquinar por un par de cafeses y de croasanes. ¡Vamos Magny, duro con él!

martes, 26 de febrero de 2008

Bonito martes

Cuando ha vuelto el Segundo Socio de comer (a las 17:00 y se había marchado a las 13:45) me ha pillado echada sobre la mesa con las manos masajeando mi bello cuero cabelludo.

'¿Alguna novedad?' ha preguntado.

'No' he respondido yo sin levantar la cabeza.

'¿Qué te pasa?' se ha interesado por fin.

'Que me duele la cabeza' me he sincerado.

'A mí también' (le ha faltado decir 'a mí más') '¿Quieres un neobrufen?'

'No gracias'

'¿Sabes por qué creo que me (a él, lo mío ya se le ha olvidado) duele tanto la cabeza?'

'No'

'Por estos cambios de temperatura tan radicales que está habiendo estos días'

Silencio por mi parte.

Si él se hubiera molestado por mi salud, y si yo hubiera sido sincera hasta el final, el Segundo Socio sabría cosas sobre mí que ni siquiera sospecha: que me quedo frita sobre mi mesa a menudo (literal), que veo capítulo tras capítulo de Lost (literal. Hoy: 3), que no puedo más, que esto no se lo deseo a nadie...

Ayer me leí en un rato Buenos días, pereza (Corinne Maier), que explica cómo y por qué el ejecutivo medio (o asalariado) que trabaje en una gran multinacional debería sobresalir en el parecer que hace cuando en realidad no hace nada. Y nunca jamás deberá creerse patraña alguna que sus jefes traten de colocarle: que esta es una gran oportunidad para ti, que tu esfuerzo se verá recompensado, que pronto tendrás derecho a plaza de parking... El libro no supone el descubrimiento del agua caliente (o, como debe de decirse en Francia, de la sopa con ajo), pero se lee en un momento y te hace soltar alguna que otra carcajada que suele oscilar entre la ira tras reconocerte en algún ejemplo y la solidaridad/pena para con quien realmente se traga tales necedades y se esfuerza en dar lo mássssssimo.

viernes, 22 de febrero de 2008

Dos momentos estelares de una asistente personal

1. El Segundo Socio está encerrado con alguien en la Sala de Reuniones y le oigo decir: "Espera, que le voy a pedir a la niña un boli". Acto seguido me pide un boli.


2. El Magnate tiene que ir a Londres la semana que viene. Ida y vuelta en el día. Me encarga que le saque los billetes. Llamo a la agencia de viajes y tres vuelos se ajustan al horario de sus reuniones: dos cuestan 450 euros (Easyjet y Air Comet) y uno 1500 (Iberia / Bristish Airways). Le mando un e-mail con toda la información y ¿qué me contesta?:


'Yo vuelo en Business'.


¿Y qué tendría que haberle contestado yo?:


'Yo cobro al mes harto menos de lo que tú te pules en un día en contaminar el cielo mientras bebes champán ansioso por llegar a tierra para poder encender tu móvil y hacer o recibir la siguiente llamada importantísima'





Pero no lo hice. Suspiré profundamente y llamé de vuelta a la agencia para cometer una inmoralidad.

lunes, 18 de febrero de 2008

¿Dónde trabajas? En un sitio con internet

Hoy tampoco ha venido nadie por aquí (salvo un mensajero que traía un plasma fenomenal y un comercial que ha conseguido colocarme una máquina de agua. ¡Cómo se nota que pagan otros!).

La banda sonora de esta mañana tan productiva ha corrido a cargo del MySpace de The Beautiful South. A ver si me acuerdo de traer algunos cedeses y deuvedeses.

Lo único destacable que he hecho hoy ha sido quedarme dormida sobre la mesa de la Ofi y babear (verídico). Luego me he sentido mejor, más despierta, y he descargado el Google Earth en el ordenador para comprobar qué pinta tiene mi nueva aventura deseada: Hay-on-Wye.


Se trata de un pequeño pueblito galés, muy próximo a la frontera con Inglaterra, que ostenta el record de mayor número de librerías de segunda mano del mundo. En mayo celebran un Festival Internacional de Literatura que dura unos diez días. Cuando vivía en Edimburgo quise ir un año a trabajar allí, pero me apunté demasiado tarde y sólo quedaban puestos de voluntarios totales sin derecho a acomodación gratuita. Este año pretendo hasta que me paguen. De momento trato de organizar un viaje relámpago de fin de semana para inspeccionar el terreno y tratar de acordar algo con algún organizador. (Ro mi idea de ir a Malta sigue en pie, ¡no temas!).

Cambiando de tercio: mi padre lleva una semana insistiendo para que trate de sacar una plaza como ayudante de profesor universitario (mi mamá y mi papá son ambos profes de universidad). Dicho puesto conlleva el impartir alguna asignaturita optativa a cambio de un sueldo decente y un tiempo y espacio inmejorables para empezar y terminar tu doctorado... ¡¿Qué doctorado?!

Tengo dos grandes reparos a semejante idea:

- No sé hablar en público, no me sale natural, no me sé expresar oralmente, me pongo más roja que nunca, etcéteras.

- Sólo mis sueños de aventura tipo Hay-on-Wye hacen que pueda seguir hacia adelante. Un futuro a largo plazo en Madrid me provoca unos sudores malignos no deseados.

jueves, 14 de febrero de 2008

La soledad dura diez horas


Claro que es divertido poner a las 17:15 el MySpace de Fangoria a todo volumen en esta oficina fantasmal en la que habito. Y bailar como una loca sobre la moqueta que enguarra tu pelo.

Estas han sido mis acciones de hoy:

Levantarme a disgusto, ducharme, desayunar un plátano, preparar una pasta con chorizo en cero coma, vestirme, peinarme, lavarme los dientes.

Caminar al metro, cogerlo, cambiar al tren, caminar hasta la Ofi, prepararme un té con galletas, conversar con el Segundo Socio mientras él esperaba a que despegara el avión que debía llevarle a Barcelona.

Atender a la mujer del Segundo Socio que vino a traerme unos documentos, imprimir dichos documentas en color, encuadernarlos, llamar al mensajero.

Contestar un e-mail relativo a las nuevas tarjetas de visita de los socios, firmar los albaranes de recogida y departir un rato sobre squash con el mensajero. Atender dos llamadas, dos.

Calentar la pasta en el microondas, comer, hacer cuentas sobre mi futuro monetario, estudiar latín, hacer una lista con los objetos necesarios que tengo que comprar para la Ofi (platos, cubiertos, alicates decentes y tazas)

Chequear mi e-mail unas 35986 veces, mirar paridas en internet, descubrir el significado de "paremiología", beber mucha agua, autoexaminarme de la 1ª y 2ª declinaciones latinas.

Por todo esto me ha venido Fangoria a la cabeza y he tenido que escuchar a todo trapo su bella canción Miro la vida pasar.

Yo antes trabajaba en una librería de segunda mano estupenda. Y llevábamos el dinero en una riñonera.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Prefiero comer cocido...

... (y quien me conozca bien sabrá cuán serio es esto)

Hoy tuve que masticar mis míseros sandwiches de queso sin tomate en el mismo banco en el que me quedé roque la semana pasada. Es un fastidio cuando dan las 14.30 y alguno de los socios continua trabajando en proyectos importantes en lugar de irse a comer. Es peor aún cuando se trata del Segundo Socio. Prefiero comer a la entemperie y que entre bocado y bocado me castañeteen los dientes antes que pasar ni un segundo más de lo necesario cerca de ese ser.

No puedo con él. ¿Cómo puede alguien tardar media puta hora en decidirse a apretar el botón de ACEPTAR para imprimir una mierda de Word de cuatro páginas y sin dibujos?: "¿Qué te parece? ¿Pongo más sangría en este párrafo? ¿Quedará bien?"... Por su CULPA ya me he jodido personalmente en varias ocasiones. A saber:

- Un viernes, aún habiéndolo pedido el miércoles, llegué a por mi finiquito en la Fnacaca justo a tiempo para quedarme con mi cheque en la mano frente a la sucursal del banco recién cerrado. A las 12.30 empecé a avisar: "Me voy a ir marchando, que entre que me dan el cheque, lo cobro y lo ingreso en mi banco..." "Sí, sí, no te preocupes, sólo necesito que me ayudes a imprimir cuatro hojitas". A las 13.30 salía disparada rumbo a Callao. Obviamente no me dio tiempo.

- Ayer martes de mi tercera semana lo mismo. ¿Cómo puedes tener a una persona de 9.30 a 19.00 sin hacer NADA de NADA, y cuando a las 19.05 se despide de ti le pides que te ayude a imprimir otra cosita... y tener la conciencia tranquila? No mentí al contestarle que una amiga me esperaba abajo. "Si es un momento, no te preocupes". Al final tuve a mi amiga esperándome treinta y cinco minutos.

A ver, si una tiene que quedarse, pues se queda (igual que a veces me voy antes de tiempo si procede), pero no me parece normal que la ÚNICA cosa que tengo que hacer me la pidan cinco minutos después de mi hora de salida. En serio, es tan absurda esta posición que ni siquiera considero que esté actuando en plan a las siete se me cae el boli. El puto boli está todo el día tirado en el suelo.

Aparte de esta inseguridad enervante, el Segundo Socio destaca también por lo mucho que se queja (he dormido mal, he comido demasiado, estoy agotado de ayer, me duele la cabeza como nunca, no me apetece nada mañana...) y porque JAMÁS se dirige a nadie con un por favor en los labios, para ninguna cosa. Así, frases que con un por favor al principio o al final serían normales se convierten en órdenes sin ton ni son. Es inaguantable. Por no hablar de cuando me llama a su despacho y me enseña las tres mil fotos de su familia el verano pasado en Francia. Jibi total.

martes, 12 de febrero de 2008

La conspiración de las puertas automáticas

Si creyese en los astros (o sucedáneos) pensaría que hoy estaban en mi contra, o a mi favor según se mire...: que me mandaban señales. Pero como no creo ni en mí misma, he debibo aceptar como casualidad bi-repetitiva sin mayor trascendencia el que ninguna puerta automática quisiera abrirse a mi paso en mi desmotivado camino a la Ofi.

Empezaré esta historia confesando que esta misma mañana, por motivos harto personales que astutamente he disfrazado de pachuchismo, no he acudido como es mi "deber" a mi silla reclinable y a mis locuras de wikipeadicta. Sin embargo, como quien tonta nace tonta muere, después de comer (disfrutando como antaño del gran Arguiñano) me he sentido culpable y he desempolvado el Abono Transportes. ¡Que me quiten lo bailao!

He comparado, con gran satisfacción y menos frío que de costumbre, que el Cercanías a las 15.30 no es un vagón de guerra, y hasta he podido sentarme para continuar mi celebrada lectura del Libro de Buen Amor.

(Inciso: Lo he renovado en la biblioteca, junto con el Cid y Los Milagros de Nuestra Señora, siete veces ya. Es preciso labrarse un buen nombre en el Registro de préstamos de la red de bibliotecas de la Comunidad de Madrid. Ahora sólo necesito sacar Los 120 días de Sodoma un par de veces para compensar un poco tanto medievalismos cristiano).

Como siempre, al bajarme del tren, me he quedado rezagada hasta que el preciado honor de ser la última en abandonar el andén ha sido mío y sólo mío. Pues bien, oh audencia conmovida, ¡las puertas automáticamente de pronto no se abrían! Alarmada, di un paso atrás seguido de otro hacia adelante, pero nada. Entonces una señora que estaba al otro lado del cristal mirando la vida pasar ha extendido su brazo hacia la puerta y voilà: se ha abierto.

El mismo incidente se ha repetido con la puerta automática que permite el acceso a nuestro bello edificio acristalado de oficinas. Y lo primero que he pensado ha sido: soy invisible. Cualquier excusa es buena para sentir que no encajo en este mundillo. Aunque, ahora que lo pienso, hoy llevaba vaqueros y una camiseta de algodón de manga corta a rayas verdes y rosas... Quizás esas puertas estén a prueba de hippies. Y que quede claro que no me considero ni me siento hippy; es que no quiero aceptar la dura realidad de saberme bastante chana y cutrelux.

sábado, 9 de febrero de 2008

¡Que paren el mundo que me bajo, que va muy rápido!

No puedo con la wikipedia: ¡Que me la quiten! Con tanto tiempo vacío que llenar (mi jornada laboral es de 9.30 a 19.00, no me pidáis que lo comprenda) me pierdo en las infinitas conexiones que la Wiki ofrece.

El jueves todo empezó tras leer los blogs, como cada día, de Rafael Reig y Espido Freire en el diario Público online. Inciso para compartir que Espido me evoca - y siempre me evocará - el espidifén, mi medicamento predilecto para combatir el dolor de oídos: Espido - Espidifen - me duele el oído.

Bueno, Espido habló de lo mucho que le gusta el Libro de los Números del Pentateuco bíblico. Suena jibi, lo sé, pero servidora goza de demasiado tiempo libre (pagado) frente a un ordenador. Decidí, pues, informarme sobre el Pentateuco, y leí que con respecto al Éxodo (que narra la huida de los israelitas de la esclavitud en Egipto, conducidos por Moisés, y su posterior asentamiento en la bendecida tierra de Canaán), los estudiosos no se ponían de acuerdo acerca de cuándo se produjo el éxodo en sí. Y que, tras interminables investigaciones y deliberaciones, la gran mayoría de los que saben estiman que se produjo hacia el 1447 aC. Entonces he hecho un bello cálculo mental de escasa envergadura y puse un espejo frente a dicha fecha: 1447 dC = finales de la Edad Media. Y 550 años después existe la Wikipedia.

Dejando las frikadas (interesantísimas oye) a un lado, después de zamparme un plato de pasta directamente desde el tupper y empleando una cucharilla de café a modo de tenedor (nota mental: pedir calderilla para la compra inmediata de un plato y un set de cubiertos), salí como de costumbre a pasear y me tumbé al sol en un banquito frente a la Ofi. Sólo el sonido de un autobús recorriendo los fantasmales bulevares pozoleños logró despertarme del trance siestil en el que me había sumido sin darme cuenta. La verdad es que me hace bastante poca gracia el haberme quedado frita estirada todo lo larga que soy en un banco frente a la Ofi, seguramente babeando con la boca semiabierta.

Me incororé desorientada y no vi a nadie cerca, aunque seguramente alguien debió pasar durante los 40 minutos que soñaba con vidas mejores. Decidí actuar como si nada hubiera pasado, y volví a sentarme para terminar de leer La vida de un hombre innecesario (La policía secreta del zar) de Máximo Gorki. Sin duda alguna en este momento Gorki es mi autor. Recomiendo sin parar su autobiografía (Días de infancia, Entre la gente y Mis universidades). A quien le guste la narrativa social pura y dura que me haga caso.

Recomiendo también la bella página web http://www.iberlibro.com/, que supone un compendio de tantas librerías de segunda mano como queráis imaginar. No hay búsqueda de libro que se le resista, por muy descatalogado que esté.

jueves, 7 de febrero de 2008

Disfracémonos de Jibis

No me han echado del trabajo. Aunque de vez en cuando me abruma la posibilidad nefasta de que estén monitorizando mi ordenador y descubran este bello blog que tantas satisfaciones me da. Como se enteren de que tanto teclea que teclea no se debe a que esté actualizando el Tarjetero... (¿cómo puede alguien almacenar 4000 contactos, y que más de 30 sean floristerías en Madrid?)

Hoy al mediodía le pregunté al Magnate por mi contrato, y me aseguró que en cuanto volviera del baño se pondría a ello. Ha vuelto del baño, pero yo he preferido irme a cenar a casa.

Mi rutina va cogiendo forma. Si me ha dado tiempo la noche anterior, a la hora de comer recaliento en el microondas de la pequeña cocina de la Ofi las sobras que esconde mi tupper, las engullo y luego me doy una vuelta y me tomo quizás un café (ya voy consiguiendo que me guste) en una terracita soleada que queda muy cerca. Allí la clientela casi unánimemente proviene de las numerosas oficinas adyacentes, y las chicas y chicos dinámicamente bien vestidos no se pueden contar con ambas manos. Y luego estoy yo: espatarrada malamente haciendo uso indebido de dos sillas y tratando de avanzar, cuarteta a cuarteta, en mi apasionante lectura del Libro de Buen Amor. A mi alrededor las conversaciones fluyen, y hay algunas muy graciosas. La que mantuvieron unas "mamás ociosas" hace unos días empezó (para mis oídos) con la feliz noticia de las ronchitas (ya remitiendo) del culito del bebé de una de ellas. Después intercambiaron impresiones acerca de los disfraces que debían de llevar cada uno de sus hijos para el carnaval del cole. Entonces una comentó que a finales de este mes ella y su marido tienen una fiesta de disfraces cuya temática es "Jibis". En un primer momento creí que mis oídos me habían traicionado y que había dicho "hippies", hasta que las diversas pistas que ofrecía la conversación de estas tres mantenidas con posibles me llevaron a descubrir la verdad: camisetas de ACDC, mallas, pantalones de cuero... ¡El tema eran los HEAVYS! Me pareció genial.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Sobre la servidumbre voluntaria

Ya me había dado cuenta de que uno de los grandes motivos por los que la FNAC prefiere renovar plantilla cada tres meses es por la gran ventaja que supone disponer cada vez de "vírgenes" que, por lo general, darán lo máximo en su nuevo trabajo. Y es que suele ocurrir que cuando aún no estás hecho a un curro te entran agobios (mayores o menores) acerca de si lo estarás haciendo bien, si deberías hacer esto o lo otro, así o asá... hasta que le pillas el tranquillo al asunto y te relajas, y dejas de agobiarte por si lo estarás haciendo mal o no. Por eso quieren gente nueva, porque en cuanto dejas de sentir este agobio ya no les interesas. Sólo les interesan aquellos que vivan en un estado de agobio permanente, que preguntan, que se desviven (que, aunque lo tengan controlado, les agobie el si sus superiores están contentos o no con ellos). Este tipo de lugares en los que la inseguridad personal prima sobre la seguridad, la estupidez sobre la normalidad, hay que evitarlos a toda costa.

En otros trabajos, al contrario, necesitan que seas una persona rápida, que pilles todo a la primera y que preguntes lo menos posible.

En ambos casos, a mi entender, estás siendo utilizado. Unos se aprovechan de tu no-saber-muy-bien-qué-hacer para endosarte hasta tareas que son suyas y no tuyas; los otros te llenan de obligaciones para las que ellos no tienen tiempo.

Hay buenos trabajos, no lo pongo en duda. Hay sitios en los que prima el factor humano bueno, positivo. Con esta humanidad las cosas cambian, todo parece como más de andar por casa y nos sentimos más cómodos, menos o incluso nada utilizados.

El tema de la servidumbre maligna me preocupa, no lo llevo nada bien (qué le vamos a hacer). Por eso, al leer esta mañana el blog de Rafael Reig en http://www.publico.es/ (que me recomendó un amigo, ¡gracias Pitu!) me he puesto muy contenta. Habla de lo tontos que nos hemos vuelto al haber consentido, sin que nadie nos haya obligado, en convertirnos en esclavos de un teléfono móvil. Y habla de la preocupación similar que Étienne de la Boétie tuvo allá por 1548 y que condensó harto estupendo en su escrito Sobre la servidumbre voluntaria o Contra Uno:

" los pueblos deben atribuirse a sí mismos la culpa si sufren el dominio de un opresor, pues cesando de prestar sus propios auxilios al que los tiraniza recobrarían fácilmente su libertad...","Resolveos a no ser esclavos y seréis libres...", "...naciendo los hombres bajo el yugo, crecen y desarrollan en él, no miran más adelante y se complacen en vivir como han nacido, sin pensar en otro derecho ni otra felicidad que la que han encontrado", "... el primer impulso de la servidumbre voluntaria es un efecto del hábito que contrae la niñez...", "Del modo que Mitríades se acostumbró paulatinamente a beber el veneno, nos familiarizamos en tragar sin encontrar amargo el veneno de la esclavitud. No se puede negar que depende en gran parte de la naturaleza el nacer en un país libre o esclavo; más es preciso confesar que tiene menos poder sobre nosotros que la costumbre..."

Étienne tenía 18 años cuando redacto esto. Espero haber provocado en alguien unas ganas irrefrenables de correr a la wikipedia y leer el escrito entero.

martes, 5 de febrero de 2008

¿Asistencia = Servidumbre?

Segunda semana:

Llevo una semana y dos días dada de alta en la SS, pero aún no he firmado ningún contrato. El caso es que cuando me entrevisté con el Magnate me dio a entender que mi sueldo sería uno que luego el contrato en papel no ha secundado. Me jode porque aún no puedo, por tanto, cobrar los cuatro días que trabajé en enero (y es que la pela es la pela, y como no recargue el móvil pronto los de Movistar amenazan con robarme el número). Me jode también porque le he pedido cuentas al Magnate y siempre dice "sí, sí", pero entonces el Chófer toca el claxon y se piran de comilona a Albacete y otras excusas por el estilo.

Sin embargo, hoy la he cagado: la única tarea que me mandan y se me olvida... Sin contar con la actualización del tarjetero del Magnate, que sólo me pongo a ello en momentos de aburrimiento peligroso. Hoy estuve sola todo el día en la Ofi, y tanto el Magnate como el segundo de abordo me han llamado a destiempo para pedirme que cuando viniera el Chófer le diera dos cosas. Y sólo le di una. Ahora temo que me echen. Por si acaso ya calzo mis Converse de palo día sí y día también, y la gente de las demás oficinas me mira como si estuviera loca. O quizás sólo yo pienso que me miran. O quizás me miran porque voy por los pasillos leyendo el Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita (apuntarse a 1º de Filología Hispánica por la UNED tiene sus leños).

Más cositas: ayer llego a la Ofi y me dispongo a prepararme un té (tras quedarme como un témpano esperando media hora en el andén a que llegara el tren). Entra el tercer socio y le ofrezco otro. ¿Y qué me dice? Que sí, que muchas gracias, y que también le vendría muy bien un vasito de agua. Y se sienta en su sitio. Ni que decir tiene que no se lo llevé.

Horas más tarde el segundo socio viene hasta mi mesa (que está en medio de ninguna parte, justo en el blanco de la salida de aire) y me pide una goma. También me quita el portaminas y la regla. Al rato vuelve para devolverme la goma. Y al rato me grita "Lucía, tráeme la goma que la necesito otra vez". Me parto con ellos. De nuevo obvia decir que me hice la sueca y que cuando se dignó a venir en persona a por la goma le reclamé la regla de vuelta.

Poco más. Me gustaría dar las gracias a quienes me han contactado animándome a seguir escribiendo. Y a los que no están muy convencidos de esta nueva aventura mía sólo quiero recordarles que la amargura que malamente esconden mis palabras me libera de bastantes agobios. Luego está además el morbo de ser leído.

viernes, 1 de febrero de 2008

De centralitas y jengibre

Hoy viernes han venido los de la centralita (La Boutique del Teléfono, tócate las teclas), y su lección magistral acerca de los infinitos usos que un teléfono tan chupi como el mío puede tener ha sido sencillamente agotadora. Casi tanto como la charla gratuita que ayer el Segundo Socio me dio sobre la situación actual del mercado inmobiliario internacional. ¡Help!

De pequeña me encantaba leer bodrios escritos por Enid Blyton sobre la vida y aventuras de unas chiquillas u otras en distintos internados británicos. Yo siempre quise haber estudiado en un internado de esos. El caso es que la persona que traducía al castellano las sagas de "Las mellizas O'Sullivan en Santa Clara" o de "Las Torres de Malory" empleaba sin parar la palabra 'sencillamente', y yo no podía soportarlo: "Y la pecosa Pat O'Sullivan respondió - ¡Oh! me siento sencillamente dichosa, nuestra madre nos ha enviado un paquete de fabulosas galletitas de jengibre"

Mi vida es apasionante

Ayer vino mi principita a visitarme a la hora de comida. Es curioso cómo en el mismo instante instantáneo, mientras el Magnate disfrutaba de una comilona estupenda en el restaurante asturiano El Paraguas de la calle Juan Bravo, mi chica y yo saboreábamos encantadas unas croquetas hechas por mí la noche anterior y guardadas con amor en un táper. Efectivamente, unos pagan una comida para catorce a 70 euros por barba mientras otras nos sentamos en un bello banco con las cocretas frías y un fuet (de marca) comprado para la ocasión en un Día y engullido a mordiscos, sin pan ni ná. A veces siento como si viviera en un neverending estado de camping.
De todas formas tengo una pregunta: ¿con cual de estas dos opciones/realidades os sentís más identificados?
En otro orden de cosas, también ayer vino por primera vez el tecer socio de la empresa (no sé cuántos son, aún es todo bastante incierto y misterioso para mí) y se reunió con otro que no es el Magnate (que estaba, como sabéis, poniéndose las botas a 70 por cabeza). La Oficina ésta va de temas inmobiliarios, y urbanísticos, y patrimoniales... Ni flowers in the sky. Me pidieron que llamara a otra empresa que también va de estas cosas y que les preguntara que a cuanto alquilan el metro cuadrao. Me faltaba el contexto, pero entendí lo que me pedían, así que llamé. Me cogió una chica que debía saber lo mismo que yo sobre estas cuestiones y mantuvimos un diálogo de besugos bastante divertido, pues ninguna entendía lo que la otra le decía, y encima nos importaba bien poco. ¡Qué cachondeo!

Esas pequeñas cosas

Cuarto día en la Oficina.
Ha llegado el pedido de víveres innecesarios que hice en Carrefour Online y resulta que, en lugar de 10 packs de seis botellas de 0,5l de agua, los pedí de litro y medio. Oh vaya, creo que lo superaré.
El lunes (mi primer día) estuve ayudando al Magnate a desempacar unas enormes cajas de cartón repletas de papeles y recuerdos de su anterior oficina. Al terminar, el Chófer y yo depositamos todas estas cajas vacías junto a la puerta de la Ofi, pero por fuera: en la zona común de nuestra querida segunda planta (que compartimos con otras tres empresas más).
Ayer miércoles el Magnate me preguntaba asombrado cómo era que las cajas aún seguían allí, entorpeciendo la bella vista común. Se sorprendió aún más cuando le expliqué que el servicio de limpieza (que yo misma contraté el martes) no empezaría hasta el lunes próximo, y de ahí que las molestas cajas no se hubieran evaporado todavía. El Magnate, si bien es un ser que vive en una esfera de la realidad harta alejada de la mía, es una persona razonable, y me dio las gracias por todas las gestiones realizadas "pero por favor, que esas cajas no estén allí mañana". Para lo cual tengo un plan: ya le he pedido al Conserje que avise a las señoras de la limpieza que vienen esta tarde (a limpiar otras oficinas, no la nuestra) que por favor retiren las cajas; y por si acaso voy a dejar una notita en dichas cajas que ponga en mayúculas, como gritando, "CAJAS PARA TIRAR".
Entonces, en el baño que compartimos las cuatro empresas de la planta, me he puesto a pensar en la cara de odio inmenso que pondrá la chica de la limpieza cuando vea mi cartelón. Ya sé que es su trabajo, pero no puedo dejar de pensar en la división tan marcada y tan apestosa que hay en todas partes: los que sirven y los que son servidos.
Y de pronto me he imaginado al Magnate y a la señora de la limpieza desconocida juntos en una situación real de catástrofe de algún tipo, como en Lost/Perdidos pero de verdad, cuando todas las personas son iguales porque nadie sirve a nadie.
No niego la evidencia de que aquellos que han podido gozar de una buena educación estarán más cualificados para algunas cosas que otros que no la han tenido. Pero, ¿cuántos médicos rumanos trabajan de camareros?, ¿cuántos ingenieros nigerianos venden en el top manta? El caso es que me he imaginado a la desconocida señora de la limpieza teniendo que entrar en la Oficina para preguntar que qué hace con las cajas y que yo ya me había marchado, y que el Magnate le contestaba muy educadamente pero pensando para sí "y qué demonios hago yo alternando con la señora de la limpieza, si para eso tengo una asistente".
No sé, puede que sólo sean prejuicios míos y que, como el propio Magnate dice, ni a él ni a nadie en esta Oficina se le caen los anillos por tener que echar una mano en lo que haga falta... pero creo que no es cierto del todo. Y lo malo es que no es cierto porque hay muchas cosas que, simplemente, ni se les pasan por la cabeza, porque están tan acostumbrados a ser subidos, bajados, llevados, traídos, que en su realidad todas estas pequeñas cosas no merecen ni un segundo de su atención, puesto que siempre han estado y estarán cubiertas. Nunca se han visto en la tesitura de no tener 1,15 euros para poder coger el Cercanías para llegar a la Ofi: esas pequeñas cosas que a tantísima gente impiden avanzar hacia una vida menos servil.