En mi nuevo Hogar somos sopotocientos, a cada cual más europeo (menos una libanesa). Abundan los griegos (3), las alemanas (2) y hay un empate francés-española-libanesa. El caso es que una de las alemanas vive para cocinar. No para la tía. El otro día hizo un chocolate cheesecake para morirse y yo, ilusa de mí, comenté con toda la casualidad que se puede esperar de una chica como yo: a mí me sale un brownie muy rico.
(Inciso para especificar que las únicas comidas "elaboradas" con las que me atrevo son las croquetas, ensaladilla rusa, crema de calabacines y el brownie. Así jamás ligaré...)
Al oír este sencillo comentario mío, la Alemana se sintió cuanto menos provocada y gritó histérica que su brownie sin duda era mejor que el mío. Tiene 30 años y una necesidad agotadora de ser perfecta. Pero es maja; y le encantan los pistachos, como a mí.
Y así fue como terminamos organizando el I EuroBrownie.
La cita fue ayer domingo y voy a ser buena y no aburriros con cómo cocinamos de bien y lo estupendo que es nuestro horno. Sí debo comentar que la Alemana confiaba plenamente en su receta, pero desconocía mis dos ingredientes secretos: chocolate puro Valor (el de toda la vida) y un buen chorrón de Baileys.
¿Qué quién ganó? Pues igualito que la final de la última Eurocopa. ¡Bien, Lucía, bien! La Alemana lo encajó como pudo. Criaturilla.
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2 comentarios:
Exigo un recuento de votos con un jurado único compuesto por mí. Y de esto no me apea nadie. Que yo con tal de comer algo dulce soy capaz de casi todo...
Brownies... Garlgalrllarlllll...
Es que estoy a dieta.
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