sábado, 25 de octubre de 2008

La vuelta al cine

Gracias a un chanchullo que he establecido con las Chicas Guapas que trabajan en el cine de al lado de la bookshop, un Renoir que sólo proyecta peliculones europeos, mi afición de ir al cine ha resucitado. Lo menos llevaba sin ir asiduamente desde Edimburgo, hace dos años ya. La escasez de dinero es así. O el invertir los cuartos en otras cosas es lo que tiene.

Así que vino un día a la librería una Chica Guapa con una camiseta negra que ponía "Renoir" y lo vi claro: "Mira, Chica Guapa, lo mejor será que yo te venda libros a mitad de precio y vosotras me dejéis ver películas gratis". El trueque es bien justo, porque al fin y al cabo yo misma como máximo tengo un descuento del 50%. La Chica Guapa aceptó encantada y ya he ido tres veces al cine. ¡Por fin!

Primero vi la película turca Times and Winds, preciosa. La vida cotidiana en un pueblito turco aislado en lo alto de una montaña. Punto de vista infantil y fotografía espectacular.




Luego vi I've loved you so long, una francesa con la bella entre las bellas encabezando el reparto: Krsitin Scott Thomas. Ella está soberbia (como siempre) tratando de adaptarse a la vida real después de pasar 15 años en la cárcel. Sin embargo, la película en sí me decepcionó. De los franceses espero cualquier cosa, menos convencionalidad. Y esta historia es lineal cien por cien, de libro. Sin hablar de la que hace de hermana de Kristin, que me ponía enferma.




El domingo pasado vi, y fue un error, Gomorrah. Digo error porque ese día andaba yo un poco alicaidilla, motivos personales. Además, Polaca I se marchó a Polonia de imprevisto (estos polacos no hacen mas que comprarse casas en su tierra a base de ganar libras trabajando como burros) y tuve que sustituirla. Trabajar los domingos es un poco muerte, no viene casi nadie y después de la paliza del sábado no tienes muchas ganas de tocar más libros. Bueno, así estaba de bajón y no se me ocurre otra cosa que meterme a ver Gomorrah. Oh la la! Peliculón donde los haya! Duro, real, asfixiante. Si no la habéis visto, what the fuck are you waiting for? Tan sólo la contemplación del bloque de pisos donde se desarrollan varias de las historias merece el precio de la entrada.




PD: Me he cortado el pelo H-A-R-T-O y parezco un chaval ochentero de 12 años. Fatal.

PD: En cuanto llegue a casa llenare todos estos párrafos de tildes y eñes. ¿Que tal ojos? ¿duele mucho verdad?

jueves, 23 de octubre de 2008

Una sorpresa para Book Girl

Ahí estaba yo, en el puesto de libros como cada sábado, un poco tristona porque el Cookie Man que se pone a mi lado estaba enfermo y no había podido venir (¿qué es un sábado sin galletitas?). El Cheese Man que está siempre al otro lado de Cookie Man notó mi angustia y me ofrecía probar quesos, pero yo para eso soy tajante: Thanks, but I don't do cheese. Si es que todo lo que sea más fuerte que el quesito me sabe mal. Si en un restaurante alguien pide pasta a la gorgonzola, me siento lo más alejada posible de esa persona. Si en mi nevera hay Camembert, pongo el grito en el cielo y me quejo de la peste que hace cada vez que alguien abre la nevera. Así soy: intransigente quesil.

Encima hacía frío, y mi mono de cookies iba a más. Estaba aburrida. Y de pronto vi a una belleza en turbante que paseaba entre los distintos puestos:






Mi molesta timidez me impidió hacer nada, pero enseguida le endilgué la misión al nuevo compi de la bookshop, un Chileno:

- Oh my gosh! Zadie Smith is over there! Please please please go and say something!

Y así fue como Chileno interrumpió la compra de vegetales recién traídos de una granja en Suffolk que la increíblemente bella autora de Dientes Blancos, Sobre la belleza y The autograph man trataba de realizar. Le di un libro suyo para que lo firmara (porque la pela es la pela) y Chileno volvió enamorado, hablando de los ojazos de la mujer y de lo cariñosa que era. Ay la mitomanía... qué buena cosa. Además Miss Smith le contó que ella y su marido (¿le odiamos?) acaban de mudarse al barrio, y que sin duda visitará la librería. Al oír esto, el Dueño (que en otra vida debió de ser la Lechera en la que se basó el cuento) se puso a imprimir los flyers que anuncian la celebración de Zadie Smith Night: vino, tapitas y una escritora que aún no sabe que será explotada.

Cuando leí White Teeth (Dientes Blancos) el año pasado me quedé pasmada: que una chiquilla de 22 años pudiera escribir semejante novelón, rebosante de buenísimos diálogos, personajes que parecen de carne y hueso, y trasfondo histórico enlazado con un saber hacer impresionante... ¡¿y yo qué?! Los celos no son siempre malos, a veces ayudan a mejorar.

jueves, 16 de octubre de 2008

¡Lo sabía!

Cierta persona me envió ayer un vídeo del discurso que el fundador de Apple y Pixar dio en alguna graduación de la Universidad de Stanford. Gracias, cierta persona. Creo que ya lo había visto, pero igualmente lo agradezco: me ha hecho muy feliz. Y no porque necesite que alguien que ha llegado a ser "algo" me diga (a mí personalmente no, pero me doy por aludida) que hacer lo que te gusta, o esa bella sensación de seguir a tu corazón, es la única opción coherente en la vida. ¡Lo sabía!

Si supiera hacer eso de pegar hipervínculos, o hipertextos, o whateva se llame, pondría aquí el link del vídeo para que lo viéseis; pero como soy una troglodita de las nuevas tecnologías debo limitarme a hacer publicidad gratuita del Youtube y a resumir aquí y ahora lo que este "alguien" dijo a los universitarios de pro antes de que hicieran la gilipollez o americanada esa de lanzar el birrete por los aires y sentirse dichosos:

Lo que viene a decir es que él no fue a la universidad y mirad lo bien que le ha ido. Que no quiso perder su tiempo con asignaturas bodrios a la par que obligatorias que nada le aportaban, y que optó por apuntarse a clases de diseño caligráfico o algo así. Diez años después nacía el Mac con esos detalles tan preciosos que le diferencian de Windows. Y luego cuenta más cosas de su vida súper emocionante. Una vida marcada por el no venderse ni tener miedo a seguir corazonadas que no tienen pinta de llevarte a ninguna parte, pero que quizás en un futuro sí te sirvan para ser feliz y rico. Al menos, en el peor de los casos, serás feliz. Bla, Bla, Bla.

Y yo... pues bueno: soy feliz. No tengo ni idea de qué hacer con mi vida, ni dónde, ni con quién, pero soy feliz entre libros. En Londres, en Madrid, en Edimburgo o donde haga falta. Nunca tengo un duro y en cuanto logro juntar cuatro perras me las pulo en un Viaje Necesario. Me gusta pensar que TSB (todo saldrá bien) y que en un futuro más o menos próximo abriré mi propia librería-café o seré la nueva Jeanette Winterson. Pero, si no lo consigo, aquí seguiré, en alguna librería recomendando y descubriendo tesoros.


Es un gustazo acordarte de un libro que siempre habías querido leer, ir a la estantería, encontrarlo y llevártelo a casa prestado. Alguien me dijo que si disfruté con Vida y aventuras del soldado Chonkin (Vladimir Voinovich) entonces me lo pasaría pipa con El buen soldado Schweik (Jaroslav Hasek). Di con él enseguida y me estoy descojonando de lo lindo; me voy a Pekín 20 días en noviembre, a casa de una amiga que me ha recomendado empaparme de literatura china antes de ir y ya tengo junto a mi cama La montaña del alma (Gao Xingjian), Cisnes salvajes (Jung Chang) y Black walls (Lu Xinwu). Todavía no he conseguido Viaje al oeste (Las aventuras del rey Mono) porque me ha dicho el Dueño que vendió las dos únicas copias que teníamos a Damon Albarn el año pasado. El mes que viene se estrena en el West End londinense un musical sobre el cuento con libreto de Mr. Albarn.


Termino este atractivo post hablando de Then we came to the end (Joshua Ferris). Lo vi las navidades pasadas en la Fnac como Entonces llegamos al final, pero no le hice mucho caso. Sin embargo, el otro día cayó en mis manos una uncorrected proof copy de ese libro y decidí llevármela a casa. Bueno, menuda joya. Muy poco convencional en la forma de narrar y temática coñazo: el día a día en una oficina. Sin duda es el libro autobiográfico que me habría gustado escribir, pero debo conformarme con mi pequeño blog sobre el Magnate y el Segundo Socio, que también tiene su gracia.

lunes, 13 de octubre de 2008

EuroBrownies

En mi nuevo Hogar somos sopotocientos, a cada cual más europeo (menos una libanesa). Abundan los griegos (3), las alemanas (2) y hay un empate francés-española-libanesa. El caso es que una de las alemanas vive para cocinar. No para la tía. El otro día hizo un chocolate cheesecake para morirse y yo, ilusa de mí, comenté con toda la casualidad que se puede esperar de una chica como yo: a mí me sale un brownie muy rico.

(Inciso para especificar que las únicas comidas "elaboradas" con las que me atrevo son las croquetas, ensaladilla rusa, crema de calabacines y el brownie. Así jamás ligaré...)

Al oír este sencillo comentario mío, la Alemana se sintió cuanto menos provocada y gritó histérica que su brownie sin duda era mejor que el mío. Tiene 30 años y una necesidad agotadora de ser perfecta. Pero es maja; y le encantan los pistachos, como a mí.

Y así fue como terminamos organizando el I EuroBrownie.

La cita fue ayer domingo y voy a ser buena y no aburriros con cómo cocinamos de bien y lo estupendo que es nuestro horno. Sí debo comentar que la Alemana confiaba plenamente en su receta, pero desconocía mis dos ingredientes secretos: chocolate puro Valor (el de toda la vida) y un buen chorrón de Baileys.

¿Qué quién ganó? Pues igualito que la final de la última Eurocopa. ¡Bien, Lucía, bien! La Alemana lo encajó como pudo. Criaturilla.

miércoles, 8 de octubre de 2008

The Celestine Prophecy

Es simple casualidad que durante el descanso para comer de hoy (una pasta con atun divina que prepare ayer noche tras llegar del pub), mientras leia la Carta con Respuesta de Rafael Reig en Publico.es (hablaba sobre toros y fuagras), me entraran unas ganas inmensas de devorar el pate la Piara que el otro dia compre en el Garcia's de Portobello, y justo entra Polaca II en la habitacioncilla trasera (donde comemos, vagueamos y lo que haga falta), comenta el buen olor que desprende mi comida y me ofrece a continuacion un poco de la suya: tostadas con pate polaco??????

Desde que un compi en Cou me regalara por el Dia del Libro Las Nueve Revelaciones (James Redfield), mi manera de enfrentarme a las casualidades es otra. No me pasan desapercibidas sin mas, sino que me pregunto si tendran un mensaje oculto tipo "Polaca II y yo seremos amigotas para siempre" o, mas rebuscado aun, "deberia irme a Nueva Zelanda a trabajar en una granja de ocas"...

PD: no hay acentos ni interrogaciones bien puestas porque estoy en el curro y estos teclados son britanicos.

lunes, 6 de octubre de 2008

Rude Tuesdays

En ocasiones hasta el mejor trabajo del mundo se te hace cuesta arriba. Menos mal que la culpa (en este caso) es de los clientes.

El Dueño, con todo mi apoyo, ha establecido los martes como el Día Maleducado (Rude Tuesdays), tanto para clientes como para empleados. ¿Qué por qué? Pues porque el martes pasado la clientela se sobró bastante; tanto, que recibí una defensa multitudinaria hasta de los propios compradores cuando no pude más y, haciendo gala de una profesionalidad brutal, se me escapó un sentido “Fuck off”.

Anécdotas que sustentan esta nueva etapa en la librería:

1. Un Subnormal (hombre, británico, 60 años apróx.) llega al mostrador con un Penguin Classic naranja que ya debía estar amarillento cuando Massiel ganó Eurovisión. Nuestros precios están siempre en la primera hoja, a lápiz en el margen superior derecho. Eran tres libras. Y el Subnormal va y repara en el precio que aparece en la contraportada: 25 peniques. Es cierto que el cliente siempre tiene la razón, pero también es cierto que la segunda mano británica tiene sus propias leyes (verídico) y para ello tenemos multitud de carteles estratégicamente colocados que explican nuestro sistema de precios. El Subnormal, apurado por no poder salirse con la suya, muy indignado espetó a Polaca II que no estaba dispuesto a pagar tres libras por ese libro, a lo que mi compi del norte le contestó, con harta gracia y acierto, que estaba en pleno derecho de no querer pagar tres libras, y que nadie le obligaba a ello. Al final el Subnormal tiró con desprecio las tres monedas sobre el mostrador y se marchó con el libro de la discordia.

2. Poco después llega una Gilipollas (mujer, Europa del Este, 25 años apróx.) con un libraco muy tocho de Economía que había comprado en nuestra tienda en mayo, nueve libras. Aseguraba que no lo había leído y que por tanto quería el reembolso íntegro. Por supuesto no tenía el recibo. Nuestra política en estos casos es la siguiente: independientemente de si la persona ha hecho uso o no del libro, siempre que haya pasado más de un mes desde la compra (si es menos se devuelve todo), y siempre que tengan el recibo, pagamos hasta la mitad de lo que costó el libro, o pueden cambiarlo por otro de igual o menor precio. Pero la Gilipollas quería sus nueve libras de vuelta, porque sí. Para convencer al Dueño de que tenía derecho a ello, ponía el acertado ejemplo de comprar un jersey en el H&M, darse cuenta de que no lo quiere y devolverlo. No hacía más que obviar el hecho de que no tenía recibo, junto con el de haber efectuado la compra en mayo (como ella misma bien se empeñaba en repetir). La pobre debía de ser Gilipollas de verdad y no comprendía que no cediésemos. Entonces traté de hacerle entrar en razón con una intervención digna de Oscar: A ver, mujer, si tú compras un coche nuevo, desde que sales del concesionario su valor se reduce automáticamente a menos de la mitad. Ya es segunda mano y no podrías venderlo por el mismo precio que lo compraste. Pero la tía repetía una y otra vez el ejemplo absurdo del jersey del H&M. El Dueño trataba en vano de explicarle cómo si le pagara las nueve libras la librería no haría ningún negocio, puesto que el precio de los libros incluyen gastos extrínsecos como facturas, sueldos, alquiler del local… Y hasta hizo la bromilla de preguntarme si estaba dispuesta a trabajar dos horas gratis para compensar el dinero que perdería haciendo lo que la Gilipollas le pedía. Me negué claro está. Para no alargar la historieta más, al final la Gilipollas se fue muy digna abrazando su libraco y amenazando con venderlo ella solita por Internet, como mínimo por treinta libras.

3. Al rato un GG (gordo y grosero) húngaro-canadiense y su mujer francesa súper maja entran preguntando por la sección de Shakespeare y, una vez mostrada, el GG me pide que le evidencie el baño, a lo que respondo implacable que no tenemos baño para clientes. El GG se irrita sobremanera y empieza a gritarme que menuda cosa tan insensible de decir, y que si de verdad le voy a hacer salir de la librería sabiendo como sabe ahora que hay un baño muy cerca que no le está permitido usar. Le repito que no disponemos de servicio público. Le indico cómo llegar al Starsucks y al volver me mira con cara de odio infinito y me repite que soy una persona horrible. En ese momento doy media vuelta y para mí ese ser ya no existe. Luego viene al mostrador con varios libros y me pregunta si se los podría reservar hasta nuevo aviso. Yo ni siquiera hice amago de mirarle, pero Polaca II estaba a mi lado y le hizo esa pregunta tan grosera con la que encolerizamos a diario a nuestros clientes: ¿Hasta cuándo? El GG, con la tosquedad que ya sospechábamos, le contesta “Si te parece hasta marzo, ¡pues una hora coño!”. Y se marchó. Y Polaca II, aún con la pila de libros en las manos, me miró asustada, sin saber cómo descargar toda esa ira que vivía en su interior. “Si yo fuera tú, separaría las manos y observaría dónde la gravedad considera que deben caer los libros” le recomendé con amor. A la hora volvió el GG y ni mi compi ni yo parecimos advertir su presencia. Se quejó y pataleó hasta que el Dueño en persona recogió los libros del suelo y le cobró.

Menuda gentuza. Por no hablar de la gente que se tira pedos (sonoros y sordos). En fin,

yo a lo mío.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Reposar es bueno

Mi cuerpo ha tardado un ratito, pero por fin logró vencer a la mente y hace tres días gritó con todas sus fuerzas: ¡¡Me toca ya!! Vamos, que estoy enferma. Y la última vez que estuve resfriada no la recuerdo, pero fue hace más de tres años seguro. Supongo que tras tanto cambio y tanto estrés (sumado a los catarrazos de ambas Polacas, que así las apuñalen por la espalda y se desangren hasta morir, que ellas cumplen con su trabajo sí o sí) mi pequeño cuerpo no ha podido resistir la tentación de pasar dos días tumbado, bien arropadito e ingiriendo cada hora varios tés de limón, jengibre y miel.

Eso sí, mi mente la pobre se ha aburrido cual heavy-metalero en un concierto de Dolly Parton: aburrida y exasperada. Porque ya estoy instalada en mi nueva casa, pero el ordenador y los libros siguen en la antigua. Menos mal que una es previsora y el otro día en la librería, después de que Polaca II estornudara en mi cara sin taparse la boca, cogí prestados un par de libros.

El primero fue un bodrio divertido sobre la experiencia hindú de varios jovenzuelos británicos: Are you experienced? (William Sutcliffe). El autor desde luego no aspiraba a escribir un nuevo En busca de tiempo perdido, y ni falta que le hace. Porque era un bodrio, sí, pero ameno. Concedo que en el estado de sopor y aburrimiento en el que me encontraba quizás hubiera encontrado ameno hasta un folleto sobre cómo combatir la osteoporosis.

Los protagonistas tienen todos entre 18 y 20 años, y son inglesitos que se van de viaje a India para encontrarse a sí mismos y paridas semejantes. Uno lleva más de un año viajando por el país y va de hippy molón pero cada poco recibe un cheque bien cargadito de sus papis. Otro va descalzo por la vida desde hace ni se sabe cuánto y fuma porros sin parar utilizando un cono naranja. Y así todos: una historieta tonta.

¡Pero!, y este pero es bien importante, no me pasaron desapercibidos ciertos detalles del argumento que hacen que este cuento jamás pudiera haber sucedido con protagonistas españoles. Porque los personajes acaban de terminar el cole y, en lugar de ir como borregos directos a la universidad, se pasan el año siguiente (o años) viajando por el mundo, trabajando o ambas cosas a la vez. Y no sólo eso: nada más terminar el colegio/instituto la prioridad absoluta no es la Selectividad, sino marcharse de casa de los padres (si es que no se han ido ya) y encontrar un piso de alquiler con amigos, conocidos o desconocidos.

Quiero dejar muy claro que me encantan muchas cosas de España, no sólo la paella y las croquetas. Soy española, me siento española y creo que España es cojonuda para mil cosas. También creo que el lugar perfecto no existe, pero es que me parece que ciertas españoladas claman al cielo de una manera tal que, de momento, me han hecho buscarme la vida en otro lugar. A saber:

- El mito real de vivir con tus padres hasta los cuarenta. Es cierto, y lo he vivido en mis propias carnes, que el tema Irse-De Casa en España no está nada fácil, puesto que poquita gente alquila y los que lo hacen piden cantidades descomunales entre el depósito y los catorce años de aval. Pero también hay mucho comodón que prefiere que le planchen y le cocinen, y a los 27 aún se cree sus propias excusas de "ya, es que yo no sabría ni freírme un huevo..." ¡pues aprendes coño!

- El ya mencionado cuasi-inexistente y complicadísimo mercado de alquiler español, junto con la idea generalizada de que alquiler es perder dinero y la única posibilidad coherente es meterte en una hipoteca a 60 años totalmente desorbitada y cuya relación calidad-precio (pisos pequeños, o pasados Parla) a mí me resulta bastante incoherente.

- La jornada laboral típica española: de 9 a 7, con dos horas absurdas para comer y la mayoría de las veces como se te caiga el boli a las 7 serás mirado con desprecio. Lo normal es dar lo máximo hasta las tantas. Admiro de verdad a las sociedades en las que trabajar más allá de la hora no está bien visto, no es serio y denota que no has sido capaz de hacer tu trabajo en las ocho horacas que has tenido.

- Los sueldos irrisorios. Los becarios de cincuenta años.

Todo esto es posible porque es una rueda: si te quedas en casa de tus padres hasta los treinta entonces puedes ser becario hasta los treinta. No dudo que el quid de esta cuestión tan problemática esté en las altas esferas nacionales, los que mueven las cuerdas de todo el tinglado y deciden cómo funciona todo, pero creo que la sociedad conformista y poco seria que muchas veces es España tiene también harta culpa.

He dicho.