Vivo nada más ni nada menos que en Notting Hill: buen barrio, tranquilo, seguro, pijirilis, con un sin fin de cafés llenos de gente ociosa que no sé a qué se dedicará pero creo que a vivir bien.
Nuestra casa está en Ladbroke Grove, a menos de cinco minutos del archipopular Portobello Market. A menos de tres minutos del instituto Vicente Cañada Blanch, donde se encuentra ubicada la UNED en el Reino Unido. A unos cuarenta minutos en bici del trabajo de Piera, pero ¡vaya cuarenta minutos! Hay que atravesar Kensington Gardens, Hyde Park, Green Park , cruzar Westminster Bridge y ya estás en el lovely Gabriel's Wharf:
Está en una zona peatonal junto al río, conocida como Southbank, repleta de tienditas que son al mismo tiempo galerías de arte y estudios. Y en el medio de todos ellos está el London Tour Bicycle Company, una de las pocas tiendas aquí que tanto repara bicis como las alquila y organiza tours por toda la ciudad. Es una gozada pasar allí las horas.
Nuestra casa es pequeñita, y nuestro cuarto más, y el baño hace parecer cualquier zulo un lujazo. Y no es barato, pero nada en Londres es barato. Así que, siendo positiva, al dividir el alquiler entre dos salimos ganando harto, y el cubículo con ducha y váter es sólo para nosotras, no tenemos que compartir baño con seres peludos y desconsiderados. Los compis de piso son una pareja de chicos (sudafricano e irlandés) bien maja y hacen bastante vida en su cuarto, por lo que el saloncito con amplios ventanales podría considerarse una extensión de nuestro espacio.
Durante la primera semana encontré cuatro trabajos (de mierda), incompatibles entre sí:
- el típico pub británico junto a la Tate Gallery y al trabajo de Piera.
- un café al lado de casa famoso por su pan elaborado allí mismo y distribuido a medio mundo (menudos flipis)
- otro café al lado de casa que el año pasado ganó el premio TimeOut al mejor establecimiento de comida preparada.
- acomodadora en el teatro Savoy durante los meses que aguante el musical Never Forget, basado en los temazos de Take That.
Sé que no tiene sentido, pero al final escogí el segundo café… ¡con el juego que me habría dado lo de Take That! Pero era el trabajo que más horas me ofrecía, estaba a siete minutos caminando de mi hogar (y este detalle en Londres es algo así como una bendición, teniendo en cuenta que lo normal es vivir a hora y media en metro de tu trabajo, y el transporte cuesta lo que no está escrito) y porque fueron los primeros en hacerme un “trial” o prueba. Lamento comunicar que no duré demasiado allí.
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