miércoles, 28 de septiembre de 2011

Respirar y meditar


La paciencia es la madre de la ciencia... ¡¿¡¿¡¿Y a mí qué tu perro?!?!?!


Respira hondo Lu, eso es. Respirar y meditar. Un consejo: si tenéis dudas sobre la vida, no recurráis a google, pues irremediablemente veréis todas vuestras angustias contestadas en bellos portales tales como preguntas.yahoo o enfemenino.com. Y la gente que aconseja por estos ciberlares jamás aprendió a escribir. Soy incapaz de hacerme eco de ninguna buena respuesta porque suelen ser del tipo:


"Koleja, yo 1 ves tube 1 problema paresido y lo mejor ke puedez hazer s no komert la kbeza y tratar de zer felis kon lo k te rodeah".


¡Así no se puede vivir!



Otros asuntos: todavía no sé cuándo pasaré a cobrar por ser Editora en lugar de Librera, pero yo por si acaso ya relleno así los formularios para hacerme socia de jardines en los tejados. Profession: editor. Y a callar. Cuanto antes me lo crea antes lo seré. ¿O no funciona así del todo? Es igual.


Desde aquella ya mítica primera reunión que tuve hace varias semanas, hartas cosas han ido sucediendo. Todas top-secret, eso es así, pero en general se refieren a esta nueva manera que me he inventado para echar a perder mi juventud: la compra de derechos literarios.


¡Me han dicho que YES!


Así que en febrero, esperemos, saldrán a la venta los dos primeros títulos de Automática Editorial... todavía no voy a revelar semejante misterio.


Para esta primera COMPRA sólo he tenido que insistir oncemillonesdeveces. Era como volver al coche familiar antaño y, desde el asiento de atrás y mientras jugaba con mi hermano a los legos, repetir sin parar: ¿queda mucho? ¿cuánto falta? ¿hemos llegado? Pero, el que la sigue la consigue (no siempre, eh), y antes de ayer me llegó el bendito email: p'alante! Sólo necesitamos, me dicen, vuestro VAT. Ipsofácticamente le pedí a Darío - cabeza pensante y pudiente de todo este tinglado - el dato VATO y ¿qué me contesta?



Darío - No tenemos VAT, Lu


Lu - Pues consíguelo


Darío - Es que no hace falta


Lu - ¿Cómo no va a hacer falta si me lo están pidiendo?


Darío - Diles que en España no hace falta


Lu - Me niego a quedar de toli. Apáñatelas y consígueme un VAT



Y me lo consiguió. Y lo envié. Y jamás obtuve respuesta (aún)... oh oh. Respirar y meditar. Además, hace 28 grados y no es cuestión de angustiarse en el parque. ¡London Fields te anmo!

domingo, 18 de septiembre de 2011

MARIA

Maria wears vests, god knows why. We have all tried to stop encouraging her, but she only listens to her imaginary sheep; not that she thinks it's imaginary. Her name, the sheep I mean, because Maria claims she is human, although it is a sheep, as I have already mentioned, is Salty. What a stupid name, huh? Once I told Maria I used to wish I were a she-horse, and obviously she had to copy me in her own way and that is how she came up with the idea of her human sheep.


Maria is already 31, by the way.


She has read one book in her life. It's called A squirrel on my shoulder and it's about a pervert who has a squirrel and puts it inside a bowl full of cream and then asks people to take pictures. This guy is Maria's hero.


She is not rich, nor naturally blonde, but still she is quite happy in her own little world of phantasy and lies.


She wears glasses, and god does she need them. Blind as a bat. She is very pretty, even though, oh well, let's just say she's quite good looking.


She is very much into yoga, and she keeps stretching muscles she shouldn't. Prick.


Once she boiled a potato instead of putting it in the oven and ate it all the same, without sauce, because she is not English, although she thinks so. She is Greek, from a tiny spot called Larissa, hell on earth most likely. I have never been there, she never invites me. I guess she is ashamed of her family, and of her country's typical food.


She sometimes breathes, normally she just smokes, not cigarettes but onions. We haven't had the heart to tell her that is not what you are supposed to smoke. The darling.


Every now and then she sighs humm, Leonardo da Vinci... without any purpose, she just likes the sound of it.


I have known her for seven years, there is no denying it. I have seen her crying and laughing and burping.


Her hair is a fucking mess, but nice. She doesn't dye it or anything. She doesn't even cut it, maybe once every couple of years; not that it grows any fast.


She has one boyfriend and one sheep. The boyfriend is not a sheep, he is a poet drom Indianapolis, or India, one of these far away places no one really knows if they exist or are just fidgets of a lunatic's imagination. They are very happy together, extremely. No kids so far, just the one sheep, Salty.


She has been invited to become a member of the Director's Guild. We are all very jealous of her, but we also don't believe her. It's like the time when she said she went to the moon all by herself without getting lost. Se forgot her camera and couldn't take any pictures.


There is not much more to tell about her, apart from the fact she is my flatmate in London. She hardly ever cleans but I like her all the same, mainly because she cooks beans every single day of her life but still can't grasp why she is such the farter.


We normally get our periods at the same time, although in my case it's just every seco


(y se me acabó el papel)

jueves, 15 de septiembre de 2011

Cartas a Ro


Querida Ro,


Una vez, en Bratislava, o más bien a la vuelta de (Bratislava), empecé a escribir una gran historia. De haberla terminado sin duda estaríamos hablando de una obra inmortal en la Historia de la Literatura. Pero yo aspiro a ser como Anna Kavan; no adicta a la heroína (¿y por qué no?) sino como uno de los secretos mejor guardados del siglo XX. Lo que pasa que ahora es ya siglo XXI, y en casi todas mis fotos del siglo XX salgo en chándal de táctel, morado.


¿Sabes? ¿Qué sabes? Sólo sé que no sepo. No sabo. No sabería. ¿Saber de saber datos o de cuando la comida te sabe o no te sabe?. Te diré un secreto: a veces, aunque las hayas dejado en remojo toda la noche, las judías pintas tardan semanas en estar comestibles. Te lo digo por experiencia: me acaba de pasar.


No te puedes ni hacer una idea de lo que me ha pasado hoy mismo. Ni siquiera yo soy muy consciente del cambio. Porque hablo de un cambio; pero no como cuando te mojas y te cambias de jersey, es más un cambio existencial, sin haber leído jamás a Sartre, ojo.


Tengo una lista de cosas pendientes y he tachado bastantes líneas ya. Me gustaría tanto tener un colchón nuevo. Tengo un peluche, es un perro, pero la gente suele pensar que es un oso. No sé por qué: obviamente es un perro. Es azul.


No paro de leer. No paro de parar de leer. Leo y paro. Parir leyendo. Parar de parir. ¿Y si no paro nunca? ¿De leer o de parir? Tengo tantas dudas, y lo veo todo tan claro, que me voy al pub. He quedado.


Con amor por los siglos,


Lu



Londres, a 15 de septiembre de 2011.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Khasihma

Muy fuerte.

Trabajando en la librería me toca poner precio a muchos libros cada día, libros que vienen de los lugares más remotos, que la gente vende o dona o simplemente aparecen por arte de magia, multiplicados.

Consulto un par de páginas web, decido el precio (atino bastante) y los coloco en las estanterías. No doy abasto, no me caben, pero siempre termino apañándomelas y reciclo pocos.

El otro día, al poner uno de estos precios, me encontré con un número de móvil apuntado en la primera página: Khasihma – 076856370. Es un número inglés, la librería está en Londres, en Bloomsbury para más señas.

Desde luego no era la primera vez que me encontraba un número de teléfono. Llevo siete años como librera profesional y a estas alturas me he encontrado de todo, desde postales de mal gusto a todo tipo de inscripciones o dedicatorias.

Siempre que aparece un teléfono me imagino que lo apunto y luego llamo y empieza una aventura, de esas que incluyen por supuesto sexo con desconocidas y quebraderos de cabeza. Nunca había llamado.

Sé que suena típico, pero no sé qué me llevó a actuar esta vez. Lo hice y punto. Llamé y no me contestó nadie, el número estaba en desuso. No me quedé hecha polvo ni nada parecido, de hecho habría seguido preciando más libros si mi compañero, al contarle que acababa de llamar a un número que me había encontrado en un libro cualquiera de matemáticas, no me hubiera dicho que años ha el conoció a una Khasihma. Una chica muy guapa, al parecer. No me digas más, pensé yo. Obviamente era necesario llegar al fondo de semejante cuestión.

Por suerte, otro compañero se acordaba de que la chica que justo había vendido ese lote de libros entre los que se encontraba el mío había dejado también un email para que la contactáramos si alguna vez nos topábamos con un libro concreto que ella nunca encontraba por ningún lado. Me lo habían puesto en bandeja.

Lo que no me esperaba, y no sé si esto vuelve a ser típico o no, es que la chica del email tardara sólo veinte minutos en responder. Me había inventado una triste historia sobre una tal Khasihma que era mi tía que huyó en un barcucho de Mumbay a Nueva Zelanda por motivos religiosos y desde hacía tropecientos años no sabía nada de ella.

Me dijo, lo juro, que su amiga Khasihma se llamaba así por una mecenas que su madre tuvo a los veinte años, mientras trataba de abrirse camino en la escena teatral neoyorkina en los setenta. Dicha mecenas era originaria de Mumbay y efectivamente tuvo que esconderse en Nueva Zelanda por motivos que nunca nadie supo. Bueno en realidad se fue a Australia, pero estaba convencida de que tenía que ser la misma mujer.

Yo flipé, claro.

Pero resulta que la chica me mandó ese email desde el aeropuerto, pues volvía a casa (Washington D.C.) tras haber terminado un máster en periodismo internacional. No pensaba regresar en el futuro más próximo. Su amiga Khasihma, sin embargo, aún estaba en Londres, aunque también estaba a punto de volver a los Estados Unidos en las siguientes dos semanas.

Así pues, no tenía tiempo que perder.

Le pedí el email, o el facebook, lo que fuera, de su amiga y le expliqué que su móvil no parecía funcionar.

Me contestó a todo y además me dejó saber que el fin de semana anterior, de fiesta, a Khasihma se le había caído el móvil en el lago de Hyde Park y que como se iba a marchar enseguida no tenía intención de comprase otro. Conseguí hasta que me diera la dirección de su residencia de estudiantes, que por suerte estaba a tiro de piedra de mi librería.

En cuanto salí de trabajar me acerqué a la residencia, pregunté por ella y la recepcionista muy amable me informó de que Khasihma había abandonado, hasta arriba de maletas, el lugar hacía tan sólo una hora. En taxi.

Le pregunté si sabía a dónde se había marchado pero no supo qué decirme. Cuando ya estaba a punto de resignarme, tan cerca como había estado de un posible idilio, la recepcionista me gritó y yo volví hasta ella. Me dio una tarjeta que se había caído de una de las maletas de Khasihma.

Era una tarjeta plastificada de una tienda de ropa de segunda mano que yo conocía bien, y en el reverso había apuntado a boli un horario: de 7 a 8. Huelga decir que con las mismas me subí a la bici y pedaleé hasta la tienda. Logré llegar a las 7.45.

Entré como quien no quiere la cosa y con disimulo miraba a todas partes con las orejas bien abiertas. A un palmo de los probadores oí cómo alguien le decía a otro alguien que Khasihma era la chica más guapa que había visto en su vida. Noté que empezaba a faltarme el aire.

Pero, ¿¿¿dónde estaba Khasihma???

Esto me lo contestó ipso facto el segundo alguien: se había ido a cenar al McDonalds.

Y así acaba este romance sin consumar, no sólo porque la dieta de Khasihma deje muchísimo que desear, sino porque mi vida no es una novela de Paul Auster y nunca llamé a ningún número de teléfono, para empezar.

Give us a break, Paul!