Quien me haya visto alguna vez en persona coincidirá conmigo: mis capacidades comunicativas son puramente escritas, jamás orales. Hablo muy rápido y muy bajito, vocalizo poco, soy laísta, españolizo expresiones o palabras británicas y queda raro, me pongo roja sin venir a cuento, no estoy cómoda a no ser que la confianza sea 100%, y ni siquiera siempre... Por eso espero no ganar un Oscar en mi vida. ¿Qué me pondría? ¿Cómo me maquillaría? Ni de lejos me preocuparían semejantes pormenores. Lo que me causa ansiedad desde ya (sólo imaginándomelo) es el discurso de agradecimiento. Creo que lo mejor sería ponerme un cuervo a modo de diadema y enfundar mi cuerpazo en un vestido rompedor repleto de transparencias. Así se fijarían menos en cómo la ganadora del Oscar al Mejor Guión Original (o Adaptado, pues lo mismo valgo para un roto que para un descosido) subió al escenario y sólo atinó a decir "
Thank you" antes de que su cara explotara cual tomate y le entraran las siete asfixias. Desmayo asegurado. Bloqueo mental brutal. Hablar en público = prefiero la amputación.
Pero no quería hablar sobre esto. Buscaba introducir el tema que a continuación expongo: como soy un desastre para la comunicación oral (y corporal), de siempre la única manera de organizar mis pensamientos ha sido ponerlos por escrito. Incluso estudiaba escribiendo, y los exámenes orales eran lo peor que me podía pasar. Menos mal que mi empollonismo intrínseco hizo saltar la alarma entre el profesorado las dos veces que suspendí en mi escolaridad (la primera evaluación de Biología en 3º de BUP y cuando dimos Genética en 1º). No dudaron en hacer la vista gorda y angustiarse por la falta de bienestar emocional que sin duda era el motivo de tan malas notas. Jamás sospecharon que no estudié porque nunca comprendí los malditos guisantitos y sus múltiples combinaciones y la Biología me aburría como ninguna otra cosa antes me aburrió
¡He vuelto a irme por los cerros de Úbeda! Como iba diciendo, escribir es terapéutico para mi persona. No siempre entiendo todo mucho mejor después de haberlo escrito, pero sí me siento más calmada. Reconozco que en parte se debe a que, como ya he dicho en alguna ocasión, me hago mucha gracia, y cuando escribo más. Ya puedo estar llorando a moco tendido y escribiendo entre babas que alguna sonrisilla espontánea y natural se me escapa seguro al advertir qué buen juego de palabras he puesto o lo fantástico que es tal o cual adjetivo. En ocasiones molaría tener una abuela (tengo dos ¿eh?) que me dijera las cosas que esa expresión tan española afirma que dicen en lugar de echarme flores yo misma.
Anda que estoy buena. Puede que ya ni sepa expresarme por escrito, no hago más que irme por las ramas. Aquí viene la chicha: CRISIS DE LU.
Y como prefiero escribir a hablar (menos mal que mi
flatmate griega no lee el blog, porque la verdad es que lleva oyéndome las penas desde hace un mes la pobre. ¡Es tan maja!), como poseo este blog, como mis fans se multiplican... Me quejaré ahora por aquí. Tomaré un té.
Tengo salud, así que me quejo sin motivo de vida o muerte. Pero es que... pero es que... ¡Pero es que! No sé si soy yo, o Londres, o la falta de Vida Social, o, o, o, o. Ayer hasta dije en la
bookshop que no estoy disfrutando y que me piro a Edimburgo con la prontitud. A recargar pilas.
Es que me parece absurdo no, lo siguiente, que en lugar de estar a lo que tengo que estar = trabajando, me dedique a tener conversaciones a cinco bandas vía facebook con gente que ni siquiera vive en el mismo país en el que yo me hallo. Es divertido, no lo niego, y retomar el contacto con cierta gente me está encantando (yayo, ya sabes quién eres, portabultos-sesei), pero... pero... ¡Pero! que triste ¿no? Vivir en la virtualidad en lugar de en la realidad. Y mira que yo siempre he vivido en mi cabeza bastante bien, pero estar enganchada a Internet no me parece sano. ¡Yo! ¡Que dejé de fumar cuando me lo propuse! ¡Vencida por un felpudo!
Los días que no trabajo ya ni siquiera salgo a dar vueltas con la bici. Tengo el espíritu aventurero hecho un cisco. Me dedico a hacer el capullo en internet y mi lectura de
Emma no podría ir más lenta.
Pero luego, un día como hoy, por motivos de la vida cruzas chino-chano el puente de Waterloo y no puedes más que contemplar extasiada las vistas. A la derecha el río, el London Eye (la noria), el Big Ben y el Parlamento iluminados; a la izquierda más río, el paseo con los árboles llenos de ucelitas de navidad, la City con sus edificios magníficos y sí, también iluminados, la Catedral... Y te sorprendes a ti misma pensando: ¡Que vivo en Londres tío! ¡Qué guay!
Una amiga me dijo hace poco: ¿Acaso no es el alcohol el único remedio?
Me pareció un consejo de lo más óptimo. Lo he seguido a rajatabla desde entonces. ¡Cuidadín! No os penséis que me dedico a agarrarme trozal tras trozal. Simplemente mi
flatmate griega y yo hemos comenzado una ruta de pubs harto satisfactoria. Sin embargo, pensando el otro día cual era mi pub favorito, ¿qué me encuentro? Fui incapaz de elegir ninguno aquí, en London. Me gustan varios, o muchos, pero no tengo el favoritismo a flor de piel y sufro por ello. Yo soy mujer de ideas firmes, y me gusta tener mis costumbres para todo. La verdad es que me preocupa cada cosa...
Estas son mis quejas. Venga, animadme. Decidme lo guapa que soy y lo extremadamente inteligente. Merci.