¿Qué fue antes, el título o la historia? Mi modo antimodo de escribir suele estar basado en hacer el tonto, y la mayoría de las veces las historias que se me ocurren surgen a propósito de un título demasiado bueno como para desaprovechar la ocasión. Ejemplos:
- La triste historia de la pastorcilla disléxica
- Pon una cajera en tu vida
- Mi pasado como jaca
- En ocasiones ansío croquetas
- Polisessi nunca tiene miedo
- Cuando Ro era Johntra
- La servilleta de mi mejor amigo
- Me casé con un consumista
- Absenta pero presente
Reconozco que, exceptuando este último titulazo, los demás cuentitos no son más que bazofias literarias que sólo a mí me hacen gracia. Y es que yo me hago mucha gracia a mí misma. Suerte que tengo. Sobre todo con las historias protagonizadas por mi gran creación, Ro, basada en mi buena amiga Ro. Personaje que se dedica a dar vergüenza ajena por la vida. Ro, si estás leyendo esto: ¡hola! Contéstame mujer. No soporto más rechazos, de nadie, y de ti menos. ¡Hombre ya!
Absenta pero presente es un relato de viaje (no terminado) sobre mis andanzas por Praga y Bratislava nada más cumplir 25 años. Mi hermano estaba en Bratislava de Erasmus - ciudad tremenda, tan fea que es bella - y mi entonces novia y yo fuimos a pasar unos días de frío y absenta a todas horas. Debería terminarlo algún día, es muy divertido.
¿Quién no querría, en algún momento de su vida, recorrer EE.UU? En coche, en moto, patinando, a lo Forrest Gump. Hay una mujer llamada
Jenny Diski que escribió un libro sobre su periplo americano en tren. A ella no le gusta viajar, si acaso quedarse en casa y desconectar el teléfono: suficiente. El libro se llama
Stranger on a train y lo he cogido hoy de la sección de
Travel Writing. A ver qué tal.
El primer día que llegué a Londres para quedarme, allá por mayo 2008, era justo el Día del Libro y en una tiendita chusca de Notting Hill me compré
Like Mother, de Jenny Diski, por cincuenta peniques. De esta escritora sólo sabía que me gustaba su nombre, y es que lo de Diski mola un montón. Fue durante aquellos meses navideños infernales de 2007 en la Fnacaca cuando me topé con esta autora por primera vez. Publicada por Circe (esa editorial tan estupenda que también publica a
Siri Hustvedt), la novela en cuestión se llamaba
De los intentos de permanecer quieto - título genial oye - y si la Alta Dirección o Gentuza de la macroempresa francesa esa no siguiera una política de préstamo de libros a los empleados tan putera (que no te dejan sacar libros vamos, al menos los tres primeros meses) sin duda lo hubiera tomado prestado, sólo por el apellido de la tipa. Diski.
Like Mother cuenta la historia un tanto oscura de una niña londinense con padres desquiciados que se monta un mundo interior rico en fantasías y mentiras. A medida que va haciéndose mayor su capacidad y ganas para la socialización van menguando, hasta que
she can't be bothered at all. Y de esto va el libro. Me congratuló sin mesura. La forma y el contenido. Diski no me defraudó.
El caso es que hoy mismo, muy cerquita de mi bookshop, en la mítica librería
London Review of Books, había charla-coloquio con Jenny Diski aprovechando la presentación de su nuevo libro. Y para allá que me he ido tan campante después de trabajar.
London Review of Books rezuma glamour por los cuatro costados. Tienen hasta un Café donde sirven tartas caseras. Su selección de libros es magnífica, aunque yo encuentro la pega de que todos sean de primera mano y a precio normal.
El público congregado ascendía a 40 personas máximo, y creo que gracias a mí y a la Fotógrafa del evento la media de edad bajaba a 55 años. Vislumbré varias desviadas cincuentonas. ¡Juro que no sabía que la Diski fuera favorita entre los lectores gays! Me pasó lo mismo la primera y única vez que fui a un concierto de esa gran mujer,
Luz Casal. Entre los asistentes me he encontrado con una
Regular Customer de segundo grado cuyo nombre desconozco. La describiré como la mujer de belleza misteriosa a la que antaño solía hablar en castellano porque tiene una cara de españolaza que se cae de culo. Es británica.
Jenny Diski, 62 años, dice palabrotas y tiene un pelo plateado a lo Miranda Priestley (Meryl Streep) en
El diablo viste de Prada. Sí, ¿qué pasa? Hablaré de esta película tantas veces como me plazca.
Ha empezado la charleta con la anécdota de un grupo de estudiantes en Gales que han creado un grupo "anti Jenny Diski" en Facebook:
jenny diski is a nob. Porque tienen que leerse uno de sus libros y no la soportan. Yo ya me he unido, por supuesto, no porque la odie, que al revés, sino porque la Diski ha dicho que se ha unido también y ha enviado mensajes de apoyo a estos jovenzuelos que se dedican a sugerir diversas maneras de exterminar a la mujer. Qué buen sentido del humor.
El libro que se presentaba era
Apology for the Woman Writing, sobre Marie de Gournay, una francesa que a los 18 años tuvo que ser reanimada con eléboro tras desmayarse leyendo los
Ensayos de
Montaigne y que terminó siendo su editora póstuma. Diski ha hablado sobre el ser mujer y pobre en el 1500 y pretender ser escritora profesional. De lo admirable que fue esa mujer, tan echada para adelante y sin embargo tan mala escritora que hasta su biógrafo, que la adoraba, nunca dijo que escribiera bien. De cómo el dinero cuenta más que la personalidad, triste gracia. Del tema de la "decepción", pues lo considera el más real de los estados de ánimo humanos - yo la apoyo incondicionalmente. De lo solitario que fue siempre Montaigne, viviendo en una torre y sin internet. De lo fácil que es no atreverse a escribir, porque si lo haces entonces todos verán lo mal que lo haces, y eso es arriegarse. De muchas otras cosas.
Por eso yo no canto, para que nadie sepa que lo hago mal (aunque en el colegio estaba en el coro). Debe deberse entonces a mi necesidad de ser perfecta ante los ojos del mundo entero. Pero cuando escribo no tengo vergüenza, ninguna. Me encanta escribir y me encanta que me lean. ¿Será porque creo que escribo lo suficientemente bien? Menuda flipada estoy hecha.
De repente he mirado a mi alrededor y yo no quiero ser una jipilonga toda de negro radical o llena de colorines, con cara de loca, bebiendo vino y balanceándose a la vez, acudiendo sola a este tipo de actos de gente que ha logrado hacer lo que a ti te hubiera gustado conseguir. ¡Dios! ¡Me he visto a mí misma en 30 años y no quiero! ¡Grupo de amigos YA!
Al final de la velada me he acercado hasta ella con mi tímido saber estar y su libro
Stranger on a Train y le he pedido que lo firmara, si no el Dueño me deshereda. Cuando le he dicho que iba a esta charla he tenido que huir escopetada antes de que me diera los 5 ó 6 ejemplares de la Diski que tenemos en la tienda para que los firmara todos. Le he contado (a ella) la historia que os acabo de contar, oh lectores alienados, sobre cómo lo que me llamó la atención primeramente fue su nombre. Se descojonaba de este fetichismo apellidil mío.