Yo, que del UK una de mis cosas preferidas es el concepto de "segunda mano" para todo (charity shops, flea markets, second-hand shops, car boot sales, vintage shops, Sunday markets...). ¡Yo! que siempre digo lo mismo para explicar cómo encuentro la mentalidad española en cuanto a que todo tenga que ser siempre de primera mano: en España, si alguien necesita una taza, coge el coche, hace los kilómetros que sea y se planta en Ikea. YO, ¡YO!, ¡YO HE IDO A IKEA!
Con mi escaso dinero entrante no me ha quedado otra opción.
Necesitaba:
- Un edredón
- Una almohada
- Un cazo
No necesitaba:
- Una mantita
- Dos cuadernos
- Albóndigas congeladas
- Una bombilla
- Paños de cocina
- Un juego de toallas
Lo que NO he comprado:
- Una taza. Y eso que mi tacita verde, mi preferida en este mundo cruel y difícil (sí, llevo poco tiempo en esta casa, pero soy de encariñamiento fácil) ha desaparecido. ¡COMO CUÁNDO PERDÍ LOS PARQUES! Era perfecta, la tacita, para el café del desayuno. Desde hace un día (hoy) me ha tocado desayunar un café en taza inmensa, ideal para un buen colacaíto pero no para un café. En Ikea había muchas, ninguna tan bonita como la mía verde, pero mi conciencia no me ha dejado comprar ninguna. Si a partir de ahora explicara la mentalidad española en cuanto a la segunda mano utilizando como ejemplo otro objeto... como una bolsa absurdamente gigante de velitas perfumadas. ¿Quién quiere eso? ¡Con lo fuerte que huelen! ¡Y en cantidades tan ingentes!
Recién terminé un libro estupendo en el que la autora sin parar escribe palabras en mayúscula, como si gritase, porque está MUY enfadada. Me ha gustado mucho. Ja veurem.
Highlight de la visita: volvía yo del Ikea al metro cargada cual mula hasta arriba de cosas necesarias/innecesarias cuando me topé con un señor de unos trescientos años, give or take, que se enfrentaba con angustia y alegría a la fatigosa tarea de depositar cada pedacito de basura que portaba en sus múltiples bolsas de plástico en el contenedeor reciclatorio correspondiente. Lo he querido mucho, pero no pude detenerme too much a observarlo, pues las fabes con almejas que hice hoy para comer cabalgaban del estómago a la garganta en plan rollercoaster emocional. (Pista: almejas que ayer me vendieron como frescas en realidad no lo eran. FENOMENAL).