Querida Elena,
Robar instrumentos no suele salir a cuenta. ¿No querías machos? Pues ahí te dieron ¿cuántas tazas? Estaba tu novio, tu novio español, otro novio, el que te agarraba del brazo, el que te llevó a casa en coche. No tengas miedo. Estoy leyendo a un ruso que cuenta su vida y toda su infancia fueron gritos y peleas e insultos, y de pronto me acordé de anoche, cuando yo trataba de superar la heterosexualidad mal camuflada de alguien, agarrada a Patsy, mientras por un lado el primo del segurata del Vortex me echaba en cara que no le hacía caso y que casi no había querido bailar salsa con él y por el otro un danés me chillaba no sé qué. Me zafé de este trío infernal enfurecida, me escondí en un rincón y traté de liarme un cigarrillo y la heterosexualidad me siguió y se puso a contarme algo y entonces fue cuando escuché tus berridos: ¡¡¡Lusía, Lusía!!! Abandoné a Patsy, esto te lo juro, y corrí a tu vera, tratando de desengancharte de las zarpas de ese cretino que se creía por encima del bien y del mal y yo que sé cuánto habría escalado esa espiral de terror y angustia, veinte manos intentando liberarte y por fin alguien saca una cadena y agarran a tu agarrante y sales corriendo. No voy a contar más.
Moraleja: no por mucho madrugar hacen los churros antes.
Robar instrumentos no suele salir a cuenta. ¿No querías machos? Pues ahí te dieron ¿cuántas tazas? Estaba tu novio, tu novio español, otro novio, el que te agarraba del brazo, el que te llevó a casa en coche. No tengas miedo. Estoy leyendo a un ruso que cuenta su vida y toda su infancia fueron gritos y peleas e insultos, y de pronto me acordé de anoche, cuando yo trataba de superar la heterosexualidad mal camuflada de alguien, agarrada a Patsy, mientras por un lado el primo del segurata del Vortex me echaba en cara que no le hacía caso y que casi no había querido bailar salsa con él y por el otro un danés me chillaba no sé qué. Me zafé de este trío infernal enfurecida, me escondí en un rincón y traté de liarme un cigarrillo y la heterosexualidad me siguió y se puso a contarme algo y entonces fue cuando escuché tus berridos: ¡¡¡Lusía, Lusía!!! Abandoné a Patsy, esto te lo juro, y corrí a tu vera, tratando de desengancharte de las zarpas de ese cretino que se creía por encima del bien y del mal y yo que sé cuánto habría escalado esa espiral de terror y angustia, veinte manos intentando liberarte y por fin alguien saca una cadena y agarran a tu agarrante y sales corriendo. No voy a contar más.
Moraleja: no por mucho madrugar hacen los churros antes.
1 comentario:
joer chica que resultona, lo mismo vales para un concierto de rock (con gafas negras incluidas), que para un té con velitas la mar de fino, que para el tour de francia, que para un pique nique con taza de café con hormigas. Toda una joya oiga!!
esto que escribió tiene un valor añadido, uno se queda haciendose un montón de preguntas, que aprentemente no tienen respuesta. Ese es el principio de la literatura que vivimos, que el lector ponga de su parte y si no entiende que se esfuerce y siga adelante. A veces es mejor la sensación que nos deja un texto, que haber entendido una trama, que al fin, es una parte más del todo. La gente que cree que la trama es lo más importante, no saben lo lejos que están de la literatura,
un saludo blanq... he notado que está un poco más morena.
Un saludo igual, y se meta en lios de discoteca, son los peores.
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