En el pub. Mis días libres están basados en una serie de ideas fijas. Los domingos Brick Lane. Los lunes no me quito ni el pijama y los martes acudo con algún librete a una cafetería rebosante de gente moderna con diademas y cintas en mitad de la frente. Por algún motivo ellas se ven monas así. Mí no entender. Sin embargo, una no tiene 28 años sin más, una tiene 28 años y sus correspondientes achaques. ¿El último? Un dolor de mandíbula que me atosiga desde que me levanto hasta que me acuesto. Hoy trataba de olvidarme de este tormento con mis típicos aliados: internet y lecturas; pero chica, me quedaba frita tanto en la cama como en el sofá. Al final me ha tocado ducharme y enfilar derechita al pub, para poder leer sin despertarme a las tres horas confundida y recordando malamente el último párrafo.
Estoy leyendo un libro fascinante: The Epic of Russian Literature, de Marc Slonim. Un recorrido por la historia de Rusia haciendo hincapié sobre todo en los aspectos literarios. Son varios tomos, y éste primero analiza desde el medievo hasta Tolstoy. Acabo de terminar el capítulo dedicado a Pushkin y me he agobiado. Resulta que los propios rusos consideran que es su mejor poeta... ¡pero intraducible! Da igual quién lo intente traducir, o el idioma de la traducción: cagarro. De él sólo me he leído La Reina de Espadas y sí, es cierto, no me volví loca. Enterarme de que de habérmelo leído en ruso me hubiera dado un síncope de FAN absoluta me ha gustado poco.
Y es que el señor Slonim afirma que, ahhhhh se sienteeee, la cultura rusa es la única que desde siempre se ha tomado la molestia de rebuscar el verdadero arte de la traducción. Ya en los siglos XVII y XVIII todo aquello que se traducía del francés, alemán e inglés solía perder muy poquito, pues no traducía cualquiera. En cambio, nadie hizo lo mismo jamás con los rusillos, y autores como Pushkin (the most wonderful) pagan el pato a ojos de Occidente. ¡Maldición! ¿Será verdad? Es que de aquí a poder leerme La Reina de Espadas en original van a pasar varias generaciones, la III y IV Guerras Mundiales y habré perdido mi oportunidad de ir a Cuba sin tropezarme con un Starsucks.
Desde que en 2010 sólo puedo leer rusos voy genial:
1. El elefante (Mrozek)
2. Piano (Jean Echenoz)
3. Antología de cuentos rusos (VV.AA)
4. Vatzlav (Mrozek)
5. Twelfth night (Shakespeare)
6. The Epic of Russian Literature (Slonim)
Me gusta hacer listas. 2009 fue más flojo, mirad:
1. Emma (Jane Austen)
2. Platform (Houellebecq)
3. If on a winter’s night a traveller (Calvino)
4. My last breath (Luis Buñuel)
5. The 39 steps (John Buchan)
6. Heart of a dog (Bulgakov)
7. Diario de una aupair bollo en USA (Asia Lillo)
8. Written on the body (Jeannette Winterson)
9. 9.99 (Beigbeder)
10. The benefactor (Susan Sontag)
11. Stranger on a train (Jenny Diski)
12. The cement garden (Ian McEwan)
13. El beso de la mujer araña (Manuel Puig)
14. Women’s barracks (Tereska Torres)
15. Skating to Antartica (Jenny Diski)
16. Beebo Brinker (Ann Bannon)
17. The lady and the little fox fur (Violette Leduc)
18. The life of hunger (Amélie Nothomb)
19. T Zero (Calvino)
20. The ballad of the holy drinker (Joseph Roth)
21. The rings of Saturn (Sebald)
22. El lobo estepario (Hesse)
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2 comentarios:
Lo de Cuba tiene arreglo, ¿sabes?
ioh!
Querida chica automática:
Me he ehcho un blog. ¿entretenimiento? ¿terapia? ¿alcahuetería (palabro)? ¿despropósito? No sé. Lo que está claro es que a la gente nos encana decirnos cosas. Somos unos parlantes totales, y esto del blog no tiene tanta tanta gracia si alguien no entra a criticar.
Invitadísima quedas.
Bebette/Sarandon
http://bhearvoices.blogspot.com/
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