Por aclamación popular (¡hallo, monstruo espagueti! http://monstruo-espagueti.tumblr.com/) me dispongo a recomendar algún que otro libro, pues ya toca. Este año, mis obligaciones editoriales por un lado, así como cierto "de aquí para allaísmo" por otro, son los causantes de que de enero a aquí solo me haya leído 20 libros, de los cuales 7 aún deben ser mantenidos en secreto máximo (uno de ellos mi prefe de todo el año sin duda) y 5 han sido informes de lectura que de vez en cuando me encargan; vamos, que solo he leído 8 por el más puro placer placentero. Y, de estos ocho, me cautivaron exclusivamente 2, a saber:
1. La gaznápira, de Andrés Berlanga.
Encontrar en una librería de segunda mano madrileña, Libros Libres, una novela de tapas verdes cuyo lomo contenía solo dos palabras, siendo una un artículo y la otra la impagable "gaznápira", como que te lo llevas y punto. Impresionante. Escrito en lo que podría considerarse dialecto guadalajarense (de Guadalajara, Castilla La Mancha), sigue la historia de la gaznápira, una muchacha que nace en un pueblo donde el tiempo lleva décadas detenido y que sueña con escapar de allí e instalarse en Madrid. Sin embargo, por mucho que lo logre sus modos pueblerinos siempre formarán parte de su ser, very much a su pesar. La sucesión de personajes (más de cuarenta) responde a una calidad literaria supina. Yo los echo mucho de menos. A todos.
2. La neblina del ayer, de Leonardo Padura.
Le explicaba a alguien hace unos meses a qué me dedicaba en cuerpo y alma en Londres, esto es, a ir por toda la ciudad con la furgoneta de la bookshop comprando bibliotecas que la gente por algún motivo (en especial: la muerte natural) ya no quería; y ese alguien, dejándome pasmada, me dijo: ¡Ay, como Mario Conde en La neblina del ayer! Obviamente me dirigí a la biblioteca más cercana. No conocía ni al autor ni semejante título infame. Pero resulta que el título es parte de un bolero muy importante que aparece a lo largo de toda la novela, así que no temáis. Es una lectura divertida y dolorosa a partes iguales, que habla de la Cuba actual, utilizando la jerga actual. Mario Conde es un detective, por cierto.
Y ahora dos libros que NO HE LEÍDO pero que sin falta leeré cuando me entreguen las gafas que tuve que hacerme el otro día. Ambos son del mismo autor: Jim Dodge:
Jim Dodge os gustará, amigos.
Y, para acabar, no quiero despedirme sin honrar la memoria del recientísimamente desaparecido: Slawomir Mrozek. Su colección de cuentos, El elefante, me parece insuperable.