Hoy han vuelto a recetarme penicilina para la garganta.
Hoy me han hecho Papa.
Hoy Olivia se ha levantado contenta.
Hoy he empezado una nueva saga:
La etnógrafa despechada
Capítulo 1
Fanática de los espaguetis, consciente de que la porcelana tiene más usos que el que Lladró propugna, ella es… ¡Diana, la etnógrafa despechada!
Menudo capitulón. Hasta aquí sobre este tema.
Tema nuevo: YO.
No es fácil ser yo. Una vez, durante una comida con unos amigos de mis padres cuando yo debía tener unos nueve años (o a lo mejor tenía trece, yo qué sé), escuché a alguien decir una cosa sobre mí. Me hice la loca, por supuesto, pero mi capacidad para poner antena es magnífica, aviso. Lo que de mí se dijo (fue una mujer) no es de vuestra incumbencia, pero os aseguro que es algo que nunca he olvidado ni olvidaré, guía mi vida cual farolillo encendido, cual gatito bondadoso; no me gustan los animales, soy alérgica a los gatos y a la penicilina. ¡Que nooooooo! Solo a los gatitos.
Capítulo 2
La etnógrafa despechada es una hija de dios. Un día, en pleno meridiano de sangre, tuvo miedo y asco, como Maggie Cassidy. Vive en un Castillo, en un mundo sin fin al otro lado del río.
Fin (de este episodio taurino).
Hay tigres que mueven sus patitas. Estoy practicando la etnografía. Voy a volver a hacerlo, mirad:
Dice Thoureau: “How vain is it to sit down to write when you have not stood up to live”.
Dice Carly Simon: “You are so vain, I bet you think this song is about you”.
Dice Lu: …
¿Qué queréis que os diga? Esta semana he leído dos libros. Uno y dos. Esto del secretismo editorial lo llevo regulero. Ambos son británicos, y el segundo me ha parecido el descojone. ¡Me lo pido!
Capítulo 3
Cada miércoles, la etnógrafa despechada recula en alguna opinión hasta entonces mantenida. Hoy ha decidido cambiar la foto que desde tiempos inmemoriales gobernaba su mesilla de noche (junto con un buen bote de spray anti-cucarachas: no es muy limpia, a pesar de su etnografismo intrínseco), la de su perrita Zari, por otra mucho más actual: Edward de Bono en todo su esplendor y sin flequillo.