martes, 27 de diciembre de 2011

Parques extraviados


Suelo perder cosas a menudo, pero siempre las acabo encontrando, antes o después. Me saca de quicio perder cosas, o no controlar una situación. Por eso las drogas me dan pánico.

He perdido un parque. Es el segundo.

La primera vez que perdí un parque fue en Edimburgo. En verano 2002 me fui allí con unas amigas a pasar el verano, y descubrimos un parque con cisnes que luego, cuando me mudé dos años después, no conseguí encontrar de ninguna manera. Sabía que estaba por la zona de Inverleith, pero nada, no aparecía. Me marché de Edimburgo, volví a Madrid y me fui a Londres. Entonces un día volví a Edimburgo de visita, y me fui a pasear sola. Se me había olvidado el parque por completo. Era un día muy gris, típico, y yo estaba medio triste por algo que ni recuerdo, y escuchaba a Martha Wainwright en modo loop con un mp3 que aún uso. Caminaba ensimismada, pensando en mis cosas, y me adentré por un caminejo...



... al final del cual apareció esto:


Me quedé petrificada. ¡El parque con cisnes!










Hay un parque en Londres que nunca he vuelto a encontrar. Tropecé con él de casualidad en verano 2005, cuando yo era una simple turista más. Llevo viviendo aquí desde abril 2008 y no logro dar con él, lo he buscado muchísimas veces. Me suena que está por la City, bien detrás de Liverpool Street, bien por la zona de Monument o Bank. No es un parque, es una zona verde muy pequeña llena de ejecutivos que, por parejas o solitos, comen sandwiches. Tengo una foto:


¿Alguien lo conoce? ¿¡Dónde está?!


viernes, 23 de diciembre de 2011

Cartas a Ro


Querida Ro,


Mi casa tiene cuatro plantas y un jacuzzi roto. Acaba de irse mi flatmate inglés a Winchester, a casa de su madre por Navidad. Estoy sola en estos cuatro pisos. Tengo un cuaderno nuevo, a rayas.


Al despertarme esta mañana he decidido que mi pelo despeinado me favorece sin medida. Llevo la parte de arriba de un pijama a cuadros y mallas rotas. Calcetines navideños del Primark.


Hay un café cerca de mi casa, Tina, we salute you, donde se ruega a los padres que se abstengan de traer a sus hijos si estos son de los que dan la lata.


Ro, has sido madre. Se llama Olivia. Al parecer el símbolo de Vigo es un olivo. ¿Tú sabías eso? Anoche me pinté una uña de azul celeste, sólo una. La estoy observando ahora.


2011 se acaba y yo estoy desquiciada. Busco atención constante, dicen. No queremos ser indulgentes contigo, dicen. ¿Cómo voy a enfadarme?, preguntan. Ojalá tantas cosas.


El desconocido parisino me dijo también que él se prometió a sí mismo no suicidarse hasta que su madre muriera. El día 25 no hay transporte público. Fíjate: las dos caras del radicalismo.


No sé qué hacer. ¿Me voy? ¿Cuándo? ¿A dónde? Pero, heeeeeeeeeey, el "por qué" sí lo tengo.


Debería comprarme una maleta nueva. No debería nada. Querer o no querer. Deber es el infierno. Se acaba la hoja de este cuaderno nuevo; en internet estas cosas se notan menos. Yo creo que han sido los dos cafés, que siento que se me va a salir el corazón por la boca por eso.


Siempre vuestra,


Lu



Londres, a 23 de diciembre de 2011.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Se llama Olivia

Anoche salí por París con un desconocido, uno que sin venir a cuento me espetó: el amor son dos soledades que se protegen. Yo me quedé anonadada, pero él enseguida dejó claro que aquellas palabras no eran suyas, sino de Rilke. Así empezó todo. Luego, durante tres horas, estuvimos debatiendo ciertas ideas que a lo mejor entre desconocidos son más fáciles de exponer sin demasiadas interrupciones. Entre amigos es más normal saltar a las yugulares a la primera de cambio, desapareciendo así cualquier atisbo de cortesía.

Hablamos del sentimiento de culpa, del arrepentimiento, de los instintos y del raciocinio. Él resultó ser completamente amoral, yo todo lo contrario. Nos hicimos amichis, además de ponernos tibios en Chez Prune a base de embutidos y frascas de vino tinto, ¡que ni siquiera me gusta! Nos despedimos a las 2 de la mañana en el Boulevard Voltaire con un efusivo abrazo. Una gran noche.

Justo hace una semana estaba en un antrazo berlinés. Mi amigo y yo nos acoplamos a la celebración de un bodorrio marica. La gratuidad de los gintonics no conoció las fronteras y aquello se convirtió en un todos con todos, harto diver.

compartir soledades debe ser bonito

lunes, 5 de diciembre de 2011

Lo que suele hacerse en la cumbre


¿Quedar como una señora?

Yo no soy una señora

Soy solo una niña

Que se quedará sola


Típicos “versos” que se me ocurren al biciclear mañaneramente a la bookshop. Ahora es cuando todos, oh fans, acudís en tropel a la sección de Comentarios y me gritáis: ¡Lu! ¡No puede ser!, ¡Lu! ¡Eso es impensable!, ¡Lu! ¡Te quiero! Y yo os dire: muy bien, y cuando digo bien, es, bien; pero cómo explicaros que llevo cinco años (cinco, gracias) de penez sentimental. Elijo mal, no lo discuto. Tampoco discuto los buenísimos momentos que ha habido durante este lustro, no penséis que esta es una carta de suicidio (¡suicidios a mí!).

Me acuerdo a menudo del personaje de Jean-Pierre Bacri en Como una imagen (Agnes Jaoui, 2004). Interpreta a un novelista de éxito en plena sequía creativa. Su joven segunda - o tercera - esposa le deja, por pesao, y él se pone muy contento porque está convencido de que un abandono es justo lo que necesita para que la inspiración vuelva a su ser… pero no vuelve, y se queda muerto al descubrir que, no solo le toca pasarlo mal, sino que de todo este dolor no va a sacar ni para un microrrelato.

Confieso que estos cinco años de penurias varias (me retiro, by the way) lo único que me han inspirado ha sido este poemilla que abre el post de hoy. ¡Viva!

La editorial bien, gracias. Salimos en febrero con Gorki y Arrabal. Libreros de España, ¡uníos! Y guardadnos un huequito en las mesas de novedades, sivuplé.

La cuestion ahora es: ¿Madrid o Barcelona?